Cuidado con las inocentadas

|

 la buena fe de muchos con algo que no es verdad o está exagerado. Sin ir muy lejos, el año pasado se vivió una de esas experiencias que dejó muy mal sabor para muchos, al perjudicar a un guatemalteco que ha puesto en alto el nombre del deporte de nuestro país.

Esta práctica es común aun entre amigos que inician con bromas que pueden llegar a situaciones de las más desagradables. Cada uno, por las relaciones que tenemos, conocemos a muchas amistades que se han perdido por simples bromas que no eran apropiadas. Y no podemos ignorar que hay amistades que han tardado años en cultivarse y simplemente por bromas se colapsa y difícilmente se recupera.

Recuerdo a mi padre que me decía: “Cuidado con las razones por las que están riendo, no sea que alguien tenga que estar llorando para que usted se esté riendo. Tarde o temprano lo pagará porque puede que usted sea el próximo en la lista”. Cuánta verdad encierra esta idea, puede que el que llora no lo manifiesta, pero por dentro está sufriendo y esto no es correcto con ningún argumento.

Posiblemente si usted o yo seguimos este consejo, se nos critique de muy poco sociables, pero mejor ser menos sociables y más solidarios que tan sociables que un día nos quedaremos solos.

A la verdad, nuestro entorno lamentablemente cada vez tiene menos gente con una risa sana y contagiosa para que esta sea un sol radiante que dé vida a su ser y así poder cambiar todo el entorno. Claro, muchos son los lugares que lo invitan a sonreír a uno, y aun con carteles que de diferentes modos le sugieren que sonría y le dan alguna razón para ello.

La necesidad es mucho más que eso, la risa sana es medicina para nuestros huesos y una manera de las más sanas de quitarnos “los inviernos” que opacan nuestra vida, cualquiera sea la razón. El reírse o no en dada situación es cuestión de voluntad y determinación personal, por ello debemos poner de nuestra parte.

Hemos leído y sabido de muchos que son expertos en arrancar las risas más sanas del público, muchas veces están viviendo tristezas dentro de su ser que pareciera un velorio inacabable.

Cada uno de nosotros puede ser agente de cambio si estamos dispuestos a no prestarnos a estados en que se denigra a alguien para que otros la estén pasando bien y, por otra parte, ser lo suficiente creativos en nuestra relación para generar una risa sana en nuestro prójimo, para que eso interrumpa la monotonía y pueda oxigenar su ser.

Nuestra sociedad ha llegado a ser una sociedad muy complicada y para relajarnos hemos optado por modos poco sanos y lastimamos a muchos y posiblemente no estamos consciente de ello. Al estar terminando el año planificando un año nuevo, bien podemos incluir la determinación de hacer del próximo un año en el cual nos proponemos ser alegres sin faltar el respeto al prójimo.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.