Un debate mediocre
Bajo simplistas visiones con clara intención manipulativa (ojala fuera de persuasión inteligente), algunas figuras salen a la luz pública con argumentos falaces, erróneos o pretendiendo establecer falsos marcos de discusión y paradigmas polarizantes para dirigir el debate a su conveniencia gremial.
El cartel libertario caracterizado por sus análisis praxeológicos selecciona discrecionalmente fuentes sesgadas y estudios que favorecen a su agenda política que imponen por su fuerte presencia mediática con una narrativa común.
Aunque cuentan con la infraestructura intelectual o académica, no superan el gastado discurso a favor de una supuesta “libertad” que solo conocen en la teoría. Es evidente cómo se torturan estudios obligándolos a declarar a su favor sin contar con evidencia empírica de sus axiomas y utilizando al “sentido común” como argumento tácito. Niegan el cambio climático, se oponen sistemáticamente al “Estado” sin profundizar en un análisis serio, desprestigian a las políticas públicas y todo lo que suene a “social”, satanizan a los derechos humanos y tratan de censurar el derecho a disentir en sus monólogos radiales y televisivos. Fomentar en el proceso una inexistente división entre extremos ficticios (estatistas vs. empresarios, comunistas y capitalistas, terroristas vs. pacifistas) es irresponsable e indeseable. Irresponsable cuando se utiliza a la “libertad” como argumento e indeseable en un país al que le urge restaurar su capital social, es decir, la confianza entre su población e instituciones.
No es de extrañar pues, que la mediocridad del debate sea mantenida y fomentada por voces aliadas a los intereses de marras si el supuesto implícito es nada menos que la ignorancia de la población, como manifestó el vocero de la industria minera en reciente entrevista radial.
Vergonzosos e infantiles “argumentos” como “los cangrejos malos” o “los enemigos del progreso” así como las peligrosas y denigrantes acusaciones de terrorismo prevalecen en las páginas de opinión y en las portadas de prensa. El último argumento del presidente queda como frase histórica para la mediocridad: “El pueblo sufre porque la selección mexicana no va al mundial”. No hablo de censurar, pero el ejercicio de la opinión pública debe acompañarse por la responsabilidad y ética profesional. Es imprescindible que los mismos lectores empujen en elevar la calidad del debate, no tolerando los bombardeos mediocres a los que se exponen. Insto también a mis colegas formadores de opinión y líderes sociales para desterrar la mediocridad del debate público.
Samperez1@gmail.com