SI ME PERMITE

Debemos pensar con claridad

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“Conocimientos no puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza”. Federico II el Grande.

No es extraño que alguien diga algo y luego lamente haberlo dicho. Lo más correcto es tener la disciplina de procesar nuestras ideas para que podamos elaborar pensamientos, no solamente entendibles sino también con todo el sentido al que queremos comunicar.

Claro está que todos iniciamos a pensar y luego hablamos del mismo modo y lo hacemos en la infancia, rodeados de seres queridos, los cuales, como son mayores que nosotros, nos escuchan y muchas veces nos confrontan preguntando qué es lo queremos decir. Es simplemente qué es lo que decimos, y si hemos tenido esa dicha desde muy pequeños sabemos que debemos corregir, no solo nuestro modo de hablar, sino empezar con nuestro modo de pensar.

Nuestra sociedad está rodeada de males entendidos y muchas veces dolida por lo que escucha, y aunque tomemos el tiempo de disculparnos y se nos perdone por lo que hemos dicho, el daño ya está hecho; poco podemos hacer por ello. Si bien el proverbio dice que “las palabras se las lleva el viento”, también podemos decir que el efecto de las palabras se graba de por vida en aquellos que las escuchan. Eso no solo requiere que seamos cuidadosos, sino también que aceptemos la responsabilidad por lo que decimos. Entonces entendemos que todo esto es asunto de formación.

Los que nos criaron a nosotros posiblemente hicieron un buen trabajo o tal vez se descuidaron. Nosotros en el camino de la vida tenemos que ver cómo enmendamos la falta de formación que tenemos. Pero es de mucha responsabilidad, si tenemos personas bajo nuestra tutela y en procesos de formación, tomar el tiempo necesario para ayudarles a ejercitarse en la formación de sus ideas, para que sus pensamientos sean claros y también con la argumentación necesaria, para poder comunicar e informar lo que tienen en mente para decir.

No es extraño recordar de aquellos que llegan con todo entusiasmo para decirnos algo y la primera frase no la pueden articular, y si la frustración los embarga posiblemente se dan la vuelta y se van, y uno tratando de adivinar qué es lo que querían comunicar. En este punto podemos dejar de lado nuestra curiosidad por la información y ayudar a la persona para que pueda formular primero su pensamiento con claridad y luego formular con las palabras necesarias, para poder finalmente tener la gratificación de haber comunicado sus ideas.

Nuestra sociedad está rodeada de círculos sociales diversos y muchas veces silenciosos, o bien con pláticas que al final no han aportado mayor cosa a nuestra relación. Por ello debemos ser proactivos en nuestras relaciones, ayudando a aquellos que se quieren comunicar para que nuestras relaciones sean enriquecidas y también la gente con la que nos relacionamos pueda superar sus limitaciones para lograr comunicaciones.

Si estamos dispuestos en mejorar nuestra comunicación y también ayudar a los que están con nosotros a estructurar sus ideas y poderlas expresarlas, las relaciones, desde las más cercanas de familia y amigos, hasta aquellas relaciones laborales que debemos compartir, serán no solo productivas, sino agradables y placenteras, que generarán un círculo gregario más gratificante.

Lo que se inicia con una simple información puede cultivarse en las relaciones interpersonales de las más gratificantes.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.