CATALEJO

Delegación Histórica

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LOS PRIMEROS SIGNOS DE esperanza para el gobierno de Jimmy Morales se produjeron el día de su toma de posesión. Vino una sólida delegación de Washington, encabezada por Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, e integrada por Jeh Johnson, Secretario de Seguridad Interna; Thomas Carper, senador de Delaware; Norma Torres, la congresista de raíces guatemaltecas; Thomas Shanon, consejero del Departamento de Estado, y Mark Feierstein, Director para asuntos del hemisferio occidental del Consejo Nacional de Seguridad. Demuestra el interés estadounidense en el estado de la democracia guatemalteca después de un año con tanta agitación política.

EL PRESIDENTE MORALES solicitó completar la incorporación al TPS de los migrantes indocumentados guatemaltecos, con quienes tiene un compromiso serio por haberlos visitado antes de las elecciones para pedirles influir en los receptores de las remesas familiares para votar por él. Podría obtenerse la cosecha positiva al trabajo diplomático realizado en Washington durante los dos últimos años. Visité esa ciudad a mediados del 2014 y pude enterarme del tesonero trabajo del entonces embajador guatemalteco, Julio Ligorría, en referencia al proceso del urgente TPS y la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica.

OTRA NOTICIA POSITIVA LA constituye el anuncio del Secretario de Estado, John Kerry, al respecto de los temas antes indicados y por ello es posible considerarlos como un resultado directo o indirecto del trabajo de los dos años previos. El tan necesario TPS parece estar ahora más cerca. Tras la enorme presión política derivada de los hechos previos al derrumbe del gobierno de Pérez Molina, Washington desea ayudar para mejorar las condiciones del país. Una de las más importantes formas es obtener la condición migratoria preferencial, hace algunos años increíblemente rechazada a causa de la arrogancia del entonces presidente Álvaro Arzú.

Discursos y homilías

ME LLAMA LA ATENCIÓN la coincidencia de algunos comentarios publicados en la prensa al respecto del primer discurso del presidente Jimmy Morales, en el punto de sus similitudes con una homilía. Esta es una pieza oratoria cuyo fin es explicar materias de religión, mientras un discurso debe instar a reflexionar, exponer ideologías, convencer. Es clara entonces la diferencia entre ambas formas de expresión del pensamiento, y también —a mi juicio— el riesgo de mezclarlas, a causa precisamente de la imposibilidad de unificar la política con la fe, aunque este sea el efecto no deseado, pero real y de consecuencias nefastas porque se acerca a la teocracia.

LAS PALABRAS TIENEN fuerza, y no son “inocentes”. Milagro, por ejemplo, es un hecho “no explicable por las leyes naturales y atribuido a intervención sobrenatural de origen divino”. Me pregunto: ¿cabe utilizarla en un discurso político, donde hay poco lugar —si hay— al uso de parábolas, es decir de “narración de sucesos fingidos (insinceros, falsos) para deducir por semejanza una verdad importante o enseñanza moral”.? Por ejemplo, hablar del “dinosaurio de la corrupción”. Quien redactó el discurso leído por el mandatario sabe el significado de esos vocablos, porque si no, deberíamos temblar cuando se dirija a cualquier tipo de audiencia.

ALGUNAS PERSONAS NO PUEDEN o no desean entender la necesidad del laicismo, es decir la separación del Estado y cualquier religión. Lo confunden con ateísmo, o sea la negación de la existencia de Dios. Simplemente, el Estado y la religión no deben mezclarse, ni debe existir la percepción de esa mezcla. Toda persona tiene el derecho de profesar cualquier credo de religión o de secta, pero al mismo tiempo recordar la laicidad del Estado guatemalteco y sobre todo los cercanos intentos de crear una religión extraoficialmente oficial. Desde esa perspectiva, los tedeums no caben por ser acciones conjuntas de dos entidades llamadas a estar separadas.

ESCRITO POR:
Mario Antonio Sandoval
Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.