Destino compartido

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La  discriminación y el racismo no han cedido,  a pesar de  los Acuerdos de Paz de  1996,  cuando  se incluyó  el “Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas”,  reconociendo  a la nación guatemalteca, como plurilingüe, multicultural y multiétnica. Singularidad que nos distingue. ¿Cómo se puede representar en un museo este extraordinario legado?

Desde el punto de vista etnológico, la población guatemalteca  comprende  cuatro  grupos culturales definidos.  Me  refiero a  cuatro pueblos: mayas, xincas, garífunas y ladinos o mestizos. Cada pueblo es portador de una cosmovisión, de variadas expresiones artísticas y  formas de vida,  de sistemas de valores, de  tradiciones y creencias. “Sin embargo, todos compartimos un mismo territorio que es megadiverso, un mismo destino”, susurró el Clarinero. ¿Cómo podemos  representarlo  en un museo?

 “Patrimonio en olvido” fue el titular del domingo pasado  en Prensa Libre. Los arqueólogos señalan la falta de interés de los gobiernos en el trabajo arqueológico: “Le asignan el peor presupuesto al Ministerio de Cultura y Deportes,  y la mayor parte  se va al  deporte”,  escribió Pamela Saravia. Pero, ¿cómo no va a ocurrir esto si  nuestra riqueza cultural y lingüística,  23 idiomas,   en lugar de ser un punto de conexión, de armonía, como sucede  en México,  para dar un ejemplo,  ha sido   un factor de desunión?  

Nuestra diversidad cultural  no ha sido considerada como una riqueza invaluable, sino como un obstáculo. Inaudito ¿verdad?  Para los guatemaltecos  de poca visión  “ha impedido nuestro desarrollo”. Esa  mentalidad responde a una concepción fragmentada de nuestra realidad cultural. Es    producto  de la ignorancia, de la mala educación,   y lo peor  es que ha influido a las   generaciones jóvenes. ¿Cómo motivar a los jóvenes para que se sientan parte de nuestro  universo cultural?

Considero  fundamental apoyar la iniciativa de modernización  del área etnológica del Munae. Este proyecto   parece insignificante;   sin embargo,  es  un gran reto.    Podría iniciar  un  huracán que nos conduzca a   revalorar nuestro  rostro chapín: nuestros tesoros culturales prehispánicos y modernos.   Imagino al visitante nacional y extranjero, a  los estudiantes,  recorriendo el salón y descubrir el enorme potencial del país  a través de la conectividad que ahora permite la tecnología: “¡Podríamos volar, sin movernos, sobre los pueblos que son nuestras raíces!”,  exclamó el Clarinero.

clarinerormr@hotmail.com

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