Educación en crisis
Este país es el del ridículo. Solo aquí pasa que un día antes “un movimiento sindical y una organización campesina le dan la mano de solidaridad al mandatario”, y al otro día salen diciendo que no comparten ninguna de sus políticas, demandando mejoras en la educación y la salud e incluso hablando de regalías sobre la extracción minera.
Nadie se responsabiliza de lo mal que está la educación, no solo por la falta de maestros, sino por la falta de mobiliario, escuelas destruidas y, es más, los contenidos ya caducos y que responden a un modelo de ciudadanía y de democracia que ya no responde a los tiempos actuales.
Cuando en uno de los medios de comunicación le preguntaban al controvertido líder sindical Joviel Acevedo sobre los 180 días del año escolar, si iban a reponer tiempo o no, inmediatamente dijo: “No es nuestra responsabilidad, sino que es del Mineduc y de los congresistas que no están trabajando por el pueblo que los eligió”. Y eso sobre el tiempo, y si les preguntáramos si estarían dispuestos a construir un modelo de educación liberadora, de seguro que se hacen los locos, porque tanto el movimiento sindical de la educación como el mismo Gobierno solo están persiguiendo su interés político e individualista.
Sí es cierto que el salario que reciben los maestros ni siquiera responde a la mitad del costo de la canasta básica, pero a la par de mejoras salariales también se debe discutir el modelo educativo, que hasta ahora solo responde al “supuesto mercado laboral”. Por eso es urgente un gran diálogo nacional para discutir en el modelo educativo que requiere Guatemala.
No es posible que sigamos teniendo una población escolar que sale mal en matemáticas y literatura. Que de cada cien estudiantes inscritos 50 abandonan el ciclo escolar. Que seamos uno de los países que tienen el presupuesto más bajo en educación en América Latina. Que año tras año los padres de familia vean el año escolar como su nuevo calvario, porque saben que ni la oficial y ni la privada responden al tipo de ciudadano que requerimos. Que tengamos maestros que se adueñan de los recursos de la refacción escolar y de los materiales educativos en las escuelas: “Nosotros no sabemos adónde se fue el dinero que mandaron para la escuela, el maestro solo nos pidió que firmáramos el cheque y después no supimos nada”, es la constante en toda las escuelas rurales del país.
Por último queremos decir que la demanda por una mejor educación no debe ser objeto de manipulación política.