Educación superior en jaque
cumple con su rol rector; tampoco la buena disposición de las universidades privadas a ello pues, a pesar de que existe también algo llamado “Consejo de la enseñanza privada superior”, acceder por ejemplo, a las estadísticas de producción educativa de estos centros es tarea de titanes. Pareciera ser que no está clara la noción de que este es también un ámbito de las políticas públicas de un Estado.
Aún así, hay múltiples aristas por donde introducirse al análisis del tema: Desde los aspectos clásicos, como el déficit crónico de acceso a educación superior para la mayoría de la población; el cuestionamiento a la calidad y pertinencia de la oferta formativa; el desfase entre esta y las demandas del mercado laboral, o el hecho de que tampoco se tiene garantizado el flujo de gente calificada en materias vitales para la gobernanza o la gerencia del sector público. ¿Dónde queda la casi nula producción de conocimiento al punto que varias de estas universidades deberían ser reclasificadas más bien como politécnicos o escuelas superiores formativas?
No se puede ignorar tampoco que para “ir a la U” hay que superar primero el escollo que representa el sistema educativo nacional (público y privado), que no ha sido capaz ni de resolver todavía los problemas básicos de acceso y calidad en la educación inicial, primaria y media. Por cierto, métase a la página web del Mineduc: hay pocas estadísticas actualizadas al 2013, pero con las que hay, se echará a llorar.
Sin embargo, hay un tema que en la coyuntura actual está poniendo en franco entredicho el tema, más incluso que los problemas crónicos previamente enunciados: el creciente cuestionamiento a la ética con que realizan su quehacer. No es posible por ejemplo, que el Consejo Superior Universitario de la Usac resuelva con una güizachada administrativa el reclamo de plagio que se hiciera públicamente a la tesis doctoral de un antiguo estudiante sancarlista, ahora conocido político.
2. No es posible que una universidad privada, en lugar de exigir junto a los padres el esclarecimiento del asesinato de tres de sus estudiantes mientras efectuaban prácticas académicas obligatorias, busque más bien deslindarse del asunto.
3. No es posible que se creen universidades como si fueran tiendas de barrio, para copar los espacios de representación que se les ha dado a las universidades para decidir sobre asuntos de trascendencia nacional.
La crisis ética en la educación superior es un tema de fondo que no se puede seguir eludiendo. La Usac, por su mandato constitucional, tiene una doble responsabilidad en afrontar este hecho. El nuevo rector no podrá alegar demencia frente a esta encrucijada: o barre la casa, pasando a la historia como aquél que inició el proceso de rescate de nuestra universidad nacional y de su papel como ente rector de la educación superior del país, o será, recordado como el rectorado que terminó de darle el “jaque mate” a la Usac y con ella, a la legítima aspiración de la juventud guatemalteca de acceder a educación superior de calidad.