ALEPH

Error de cálculo

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Tres cosas hemos ganado en estas semanas de manifestaciones ciudadanas: calle, juventud y ciudadanía, por lo tanto, hemos ganado Democracia (así, con mayúscula). De muchas maneras le va quedando claro a la clase política, a la patronal y a la Embajada que algo se ha movido y está cambiando en Guatemala. Tampoco nos engañamos ni perdamos de vista las relaciones históricas que han definido el juego de pesos y contrapesos que se establece en el marco de esta arquitectura jurídico-político que se ha sostenido a fuerza de corrupción, abuso de poder e impunidad.

Si el efecto mariposa es cierto, entonces sí es cierto que éramos unos el 24 de abril y otros luego de la manifestación del 25. Unos antes del caso La Línea, y otros hoy. Si un aleteo cambia el sentido y tamaño de una marea, cómo no cambiaría la piel de nuestro país a partir de la búsqueda de justicia. El gesto que encendió la primera chispa fue espontáneo, pero ya teníamos (y tenemos) un acumulado de indignación suficiente como para levantar a una nueva Guatemala siete veces siete, o las que sean necesarias. Lo que sucede es que la correlación de fuerzas entre quienes toman tradicionalmente las decisiones y quienes debieran de tener el mayor peso en ellas (la ciudadanía), es muy desigual.

Por un lado, a mucha gente de Guatemala la política y la vida les quedan muy lejos. Entre tanta miseria y tanta violencia, ¿quién tiene tiempo y ganas de entender una ley electoral y de partidos políticos o escuchar planes de gobierno? De los políticos solo le interesan a muchos las elecciones, por los regalos y las promesas. Cuentan que la nueva modalidad de un partido es darle a la gente la mitad de un billete de cien quetzales. La otra, le dicen que se la darán luego de ir a votar, previa foto con voto marcado según la orden del poseedor de la otra mitad. También me contaban el otro día que algunas señoras del mercado pedían que los partidos ya no les llevaran ningún regalo porque les hacían poner su nombre y número de DPI en tantas listas que ya estaban confundidas y temerosas.

En medio de todo, un error de cálculo: sostener a Otto Pérez en la presidencia hasta el 14 a las 14, a contrapelo del sentido común y de lo que es correcto. Unos por miedo a que les pase lo mismo, otros para no darle demasiada fuerza a la ciudadanía (tal como se hiciera en el Acta de Independencia), otros para que haya estabilidad en su patio trasero, y otros para que el orden institucional prevalezca (¿qué orden?, ¿qué instituciones?). Si Pérez Molina hubiera salido hace semanas de la presidencia, ¿la protesta social sería igual o las fuerzas estarían dirigidas al Congreso, desde mucho antes, por ejemplo? La ciudadanía ha de ser escuchada. Ahora que tenemos un pedacito de la Casa Blanca en Guatemala, vamos a ver cómo se mueven en el tablero los cuatro diputados del partido rojo que enfrentan a la justicia y qué movida hace el magistrado Duarte en la CC (también de corbata roja). Las negociaciones escapan a los simples mortales, pero si nada se mueve, votaremos, “elegiremos”, y será más de lo mismo. ¿O de lo peor?

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.