A CONTRALUZ
Heroínas de Sepur Zarco
TRAS LOS COLORIDOS PERRAJES que cubrían los rostros de las 11 mujeres de Sepur Zarco hay toda una historia de dolor, muerte y violación que ha llevado a la condena a dos de los responsables. Hay quienes se burlan de estas víctimas que han tenido que esconder su rostro por miedo al desprecio, por su condición de mujeres que fueron objetos sexuales en un destacamento militar. El abogado defensor de los militares, el también militar Moisés Galindo, llegó a decir que ellas no habían sido víctimas, sino que se habían prostituido. Eso equivalía decir que eran prostitutas, con todo el significado lacerante que eso significa en una sociedad conservadora como la guatemalteca. Pero hay que conocer su tragedia para entender que el veredicto condenatorio solo pudo lograrse gracias a la valentía de estas q’echíes que lograron vencer el temor y pudieron enfrentar a sus verdugos.
EL CASO SE REMONTA A 1982, cuando las tropas del Ejército reprimieron las demandas por tierra de campesinos en comunidades entre el Estor, Izabal, y Panzós, Alta Verapaz. La institución castrense servía a los intereses de los finqueros de la zona y por eso secuestraron y mataron a indígenas que reclamaban tierras para cultivar. En el juicio se conocieron relatos desgarradores de cómo los soldados llegaron en forma violenta a las humildes viviendas a secuestrar a los esposos y violar a las esposas y sus hijas. Los hombres nunca más aparecieron, fueron asesinados. A las mujeres sobrevivientes los militares las obligaron a ir al destacamento castrense de Sepur Zarco a hacer limpieza, a cocinar y a ser violadas en forma reiterada hasta por seis meses.
SOLO UNA MUJER SABE lo que significa que su cuerpo haya sido mancillado muchas veces y soportar ese recuerdo por más de tres décadas. Ellas tuvieron que callar en su comunidad para que no las denigraran y ese estigma lo arrastraran sus hijos y nietos. El conflicto armado dejó miles de víctimas, entre desaparecidos y asesinados, pero nunca se había llegado a comprender la magnitud de la tragedia de la violación que soportaron las mujeres sobrevivientes. No solo tuvieron que ahogar el dolor de haber perdido a sus esposos, hijos y tierras, sino que debieron guardar silencio sobre la crueldad de haber pasado a ser objetos sexuales, algo que guardaron en el alma. Les costó mucho poder articular la palabra q’eqchí xinmuxe’, que significa violación. Si en nuestra sociedad machista una mujer es discriminada por el simple hecho de ser mujer, qué podrá sentir una indígena que ha sido utilizada como esclava sexual, que ha sido vista como basura. Esa fue la razón de que las víctimas se presentaran en el juzgado con el rostro cubierto a enfrentar un proceso en un idioma que no es el suyo, porque la justicia es en español; hasta en eso fuero víctimas.
LA JUSTICIA LLEGÓ 34 AÑOS DESPUÉS. El teniente coronel retirado Steelmer Reyes Girón fue condenado a 120 años de cárcel por delitos contra deberes de la humanidad en su forma de violencia y esclavitud sexual y múltiples asesinatos. Sobre el antiguo jefe de comisionados militares Heriberto Valdez Asij cayeron 240 años de prisión por haber participado en la desaparición forzada de siete campesinos y violación sexual. La sentencia no devolverá la vida a los seres queridos de las mujeres de Sepur Zarco, ni borrará las huellas de las humillaciones que sufrieron, pero representa un hito en el sentido de que estos crímenes tienen el castigo que se merecen y que ojalá nunca más vuelvan a ocurrir.
@hshetemul