Heroísmo en el 2011
Alfredo Quiñones entró como indocumentado a Estados Unidos y hoy es uno de los neurocirujanos más exitosos del mundo. Estas son sus historias.
Alfredo Quiñones Hinojoza no se quería ir de México. De hecho, estudió para maestro. Pero México lo expulsó. Cruzó como indocumentado de Mexicali a Caléxico dos veces y se fue a cosechar tomate, algodón y uva a los campos de cultivo del valle de San Joaquín, en California. Ahí, con un diccionario en el bolsillo, aprendió inglés, y años después fue aceptado en la escuela de medicina de Harvard.
Hoy, el Doctor Q, como le apodan, es el jefe de Neurocirugía del prestigioso hospital de la Universidad de Johns Hopkins.
La historia del astronauta José Hernández es similar. De padres inmigrantes, él trabajó en los campos de cultivo de Modesto, California. Pero un día, cuando apenas tenía 9 años de edad, vio cómo un astronauta caminaba en la luna, en la última misión del Apollo. Y eso le cambió la vida.
“Yo quiero ser astronauta”, le dijo entonces a su padre. Y él le contestó: “M’ijo, si te pones a estudiar, a trabajar duro y planeas tu carrera, tú puedes lograrlo”. No fue fácil. Diez veces intentó entrar al programa espacial de la NASA y 10 veces fue rechazado. Pero a la décimo primera vez lo aceptaron. José fue al espacio con la misión del Discovery, en el 2009. “Finalmente logré mi sueño”, me dijo, con una sonrisa.
Hoy, José tiene otro sueño. Quiere ser congresista y se está lanzando como candidato del Partido Demócrata para las elecciones de noviembre del 2012. Quiere representar a la misma gente de Modesto donde fue campesino y donde el desempleo es mucho mayor que en el resto de Estados Unidos. Su actitud es la misma que lo llevó al espacio. “Si estoy en una posición para hacer una diferencia, ¿por qué no me lanzo yo?”, se preguntó.
Durante el 2011 he realizado cientos de entrevistas con presidentes, artistas, activistas, manifestantes y un montón de políticos de todos los colores. Sin embargo, he aprendido más del doctor Quiñones y del astronauta Hernández que de todos los demás.
Tanto Alfredo como José nunca se dieron por vencidos. Nunca. Me encanta hablar con ellos por esa extraordinaria convicción de que nada es imposible. Su entusiasmo te hace vibrar hasta los huesos y te obliga a salir de tu zona de confort.
Y este año, luego de que muchos hablaron y escribieron sobre ellos, Alfredo y José decidieron, por fin, contar su historia en primera persona. El libro de José se llama El cosechador de estrellas, y el de Alfredo es Becoming Dr. Q.