Acerca de la junta tetrapresidencial
Es novedoso que la reunión se geste con inusitada rapidez ante el problema que viven miles de niños centroamericanos detenidos y por detener en la frontera sur de Estados Unidos. No es frecuente que la Casa Blanca invite a sus colegas con tan poca antelación para profundizar en una gestión rápida que ya suma cuando menos tres visitas de funcionarios de alto nivel a la capital guatemalteca para analizar el tema. A todo ello ha contribuido la actividad diplomática de la delegación de Guatemala.
Los primeros pasos emprendidos por la primera dama guatemalteca, Rosa Leal de Pérez, se comienzan a reflejar en las estadísticas que la administración Obama lleva sobre este espinoso asunto humanitario. Trascendió que ha comenzado a notarse una reducción importante en el número de menores detenidos por la Patrulla Fronteriza. Ese trabajo encabeza un ejercicio conjunto con otras autoridades de Guatemala y de los demás países del triángulo norte centroamericano, donde es ahora una genuina preocupación social.
También están siendo notorias las presiones de activistas pro y antiinmigrantes en varias ciudades de ese país, como parte de la lucha preelectoral con miras a las votaciones de noviembre y que incidirán directamente sobre el balance en el Legislativo norteamericano.
Es lógico anticipar un esfuerzo político de gran envergadura en la cumbre. Por un lado, al presidente Obama le toca defender la estructura legal y cuidarse de no afectar sus relaciones con los electores hispanos, cada vez más influyentes en toda votación. Por el otro, está la posición de los gobernantes visitantes, que bregarán para que el manejo del tema sea humanitario y produzca soluciones integrales.
Esta última postura puede ser un resultado aceptable preliminar de un plan de largo plazo. Esperar que en corto plazo ocurra otra cosa, es decir, que se desate un plan de inversión en las zonas de origen de los migrantes menores no acompañados, es una esperanza lejana. Toda inversión que Estados Unidos quiera hacer en la región debe ir acompañada de un programa para reorganizarla social, educativa, sanitaria y empresarialmente, de tal manera que se convierta esa cooperación en una parte clave en la estructura del área y su efecto perdure.
Obviar un correcto proceso de planificación sería crítico; sin embargo, debe quedar claro que los gobiernos del Istmo no pueden ni han podido empujar esos cambios, y es ahora cuando el rasgo multiétnico que dio origen a Estados Unidos prive como criterio humanitario y solucionador de un problema cuyos efectos se miden en las vidas de niños que se arriesgan, se dañan o terminan violentamente al buscar una oportunidad que debería existir en nuestras tierras.