LA BUENA NOTICIA

La Sagrada Familia

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El título de este artículo, en ambientes católicos, evoca inexorablemente a la familia de Jesús, María y José. Pero en este caso utilizamos las mayúsculas: La Sagrada Familia. Sus miembros son nombrados de acuerdo con la dignidad que les atribuye la fe: hijo, madre y esposo. Además, en este caso, el esposo no es el padre del hijo. Pero aparte de estas peculiaridades, la Iglesia reconoce como “familia” a ese hogar en que Jesús nació y creció para subrayar dos cosas. Primero, que la institución familiar es tan fundamental para la persona y la sociedad que hasta el Hijo de Dios nació y creció en una familia humana, fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer. Segundo, que entre los bautizados, la familia tiene carácter sagrado y es lugar de santificación. A su modo, los hogares cristianos son también “sagrada familia”. En este tiempo de Navidad, la Iglesia pone ante nosotros la familia de Jesús para motivarnos a consolidar la nuestra.

El significado de la palabra “familia” se ha flexibilizado de tal forma que ya no es término unívoco para designar el conjunto constituido por el hombre y la mujer, esposos entre sí, que a la vez son padre y madre de los hijos. Hay otra diversidad de configuraciones que reciben el nombre de “familia”. Con frecuencia no hay esposo, sino solo madre; o no hay padres ni esposos, sino solo nietos y abuelos; o se trata simplemente de un conjunto de personas con vínculos más o menos cercanos de consanguinidad. Para quienes viven en situaciones semejantes, esos parientes que conviven bajo el mismo techo “son” su familia, que comparten preocupaciones, alegrías, tristezas y esperanzas, y ofrecen el apoyo afectivo necesario para mantener la salud emotiva y mental.

Pero la generalización de la palabra “familia” para designar una pluralidad de situaciones de convivencia humana oculta el hecho de que una de esas formas es singular y fundamental para la sociedad y la persona. La familia constituida por un hombre y una mujer unidos legalmente, de manera exclusiva y para siempre como esposo y esposa para generar y educar a los hijos y ayudarse, comprenderse y amarse mutuamente no es un arreglo de convivencia más. Es una institución que se ha forjado a lo largo de milenios de evolución social de la humanidad y que cuando se funda en el matrimonio entre bautizados es institución sagrada. Es un modelo de convivencia que muchos sueñan construir cuando planean su futuro y otros muchos lamentan no haber tenido para crecer en él.

Es un modelo de convivencia que muchos comienzan a construir y por variadas razones fracasan en el intento. Es la institución que muchos logran construir con tesón, sacrificio y abnegación y que cuando prevalece como forma más generalizada de convivencia en una sociedad, le da solidez y sentido. Es el marco más adecuado para que los niños crezcan con la conciencia de ser amados y queridos y, en consecuencia, se formen como personas equilibradas e integradas. La familia preocupa a la Iglesia; debiera preocupar a la sociedad y a la dirigencia política de las naciones por la importancia que tiene para la humanidad.

mariomolinapalma@gmail.com

ESCRITO POR:
Mario Alberto Molina
Arzobispo emérito de Los Altos. Reside en Quetzaltenango. Fue también obispo de Quiché. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Ha sido docente en diversos centros teológicos en Guatemala y decano de la facultad de teología de la Universidad Rafael Landívar.