DE MIS NOTAS
Lagartos en el pantano
Escribo durante el receso de una conferencia a la cual asisto en Canadá. El conferencista, un experto internacional en política monetaria, inicia su exposición con una alegoría sobre problemas de la economía mundial que retrata también de cuerpo entero nuestro país. Dice que nos hemos pasado la vida tratando de combatir los lagartos del pantano en vez de simplemente rodearlo.
La alegoría esconde sabiduría pragmática. Tenemos pobreza porque no tenemos empleos. No tenemos empleos porque no atraemos inversión. No atraemos inversión porque nos conducimos a bordo de un sistema de gobierno caduco, corrupto e ineficiente, con un ambiente más propicio para vender armas que para iniciar proyectos de desarrollo que generen inversión, que a su vez generen ingresos para el Estado.
Ejemplos abundan. Los líderes radicales se roban la electricidad y no hay consecuencias. Más de Q120 millones anuales desde hace varios años. ¿Son dirigentes, o simples lagartos del pantano?
Siempre hay señalamientos hacia las grandes corporaciones, pintándolas de explotadoras y evasoras. Cuando son las más escrutadas, auditadas, supervisadas y contribuyen con un porcentaje considerable del PIB. Pocos mencionan que ocho de cada 10 son pequeños microempresarios con menos de tres empleados. Y lo peor: Que siete de cada 10 trabajadores laboran en la informalidad.
Se cuestiona como injusto el proyecto de ley de salario diferenciado, que en tres platos, lo que significa, es que una madre que deja temprano a sus hijos en la escuela, dispone de cuatro o cinco horas para trabajar en una fábrica cercana y con ello mejorar notablemente el ingreso familiar. Pero los “progres” lo disputan aduciendo dentro de un confuso menjurje ideológico la violación de supuestas reivindicaciones laborales. Para mientras, en otros países un trabajador puede trabajar las horas que más le convenga sin forzar a su patrono a pagarle el salario completo.
Firmando la paz, los que jamás han generado un solo empleo, ni producido riqueza, ni alguna contribución tangible a la economía del país, iniciaron otra guerra que hoy nos tiene más confrontados que nunca. Gestionan juicios de alto impacto tres décadas después de la firma de esa paz, pretendiendo validar pruebas que estuvieron extraviadas durante 30 años y “descubiertas” por oenegés de incuestionable sesgo ideológico. Y a eso le llaman justicia.
Tenemos un déficit fiscal producto de un sistema saturado de corruptelas, componendas y chanchullos. El contrabando campea, y hasta para los que quieren hacer trámites fiscales el proceso es engorroso y complicado. Hay cualquier cantidad de soluciones, desde el pago de impuestos de mercancías bajo la supervisión de verificadoras internacionales en los puertos de embarque —sin pasar por el pantano aduanero— la simplificación de procesos vía pagos en línea, hasta la reestructuración completa de la SAT, pero nunca se concreta nada porque no quieren eliminar los incentivos perversos y el poder discrecional de los burócratas.
Los sindicatos del pantano, desviados de su razón de ser, llevan meses de tratar de detener la apertura de una moderna terminal de contenedores a un lado de Puerto Quetzal, la cual permitirá mejorar la eficiencia y el costo de embarque y desembarque, con el consiguiente efecto en las tarifas para el país, haciéndolo más competitivo. Pero el sindicato, con la desfachatez mas bochornosa, se opone “porque es competencia desleal”. Solo mentes extraviadas por el incentivo perverso de los beneficios de los falsos sindicatos pueden declarar semejante burrada sin pestañear un ápice.
Hay lagartos que jamás podremos eliminar del pantano. ¿Acaso no será mejor rodearlo mediante una reforma constitucional, tomando como base el proyecto Pro-reforma, el cual duerme el sueño de la desidia en los archivos del Congreso?
Es evidente que todos nos hemos cansado de tirarles a los lagartos. Ya es hora de rodearlos con todo y pantano.
alfredkalt@gmail.com