El látigo del capitalismo

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Es decir, cuanta mayor pobreza exista en la sociedad, los obreros se mantendrán sumisos y aceptarán cualquier condición. La amenaza del despido es un látigo invisible que consigue la obediencia de los asalariados: otro símil de Adam Smith.

Hasta ahora, no se había expresado con crudeza esta posición por los patrones del país. Durante muchos años, acompañaron con lágrimas y pujidos  las reuniones de los organismos internacionales para darse golpes en el pecho, por la existencia de pobreza y hambre. Sin embargo, cuando se discutió la necesidad de preservar a la industria maquiladora, Jorge Briz Abularach, presidente de la Cámara de Comercio, indicó que el Estado no debe propiciar el crecimiento del empleo que suponga “cierta desventaja con las empresas ya constituidas frente a nuevas inversiones con beneficios fiscales”. Además indicó: “Con toda claridad queremos promover exportaciones sin afectar el mercado local…”.

Como se sabe, el trabajo asalariado es otra mercancía en el mercado. El monto del salario se establece, al tenor de la oferta y la demanda. Cuanto más desempleo exista, se pagarán salarios menores. Por lo tanto, propugnar porque el Estado no promueva la creación de plazas de trabajo, uno de cuyos mecanismos consiste en otorgar incentivos fiscales a la inversión productiva, significa patrocinar el desempleo. A este contingente permanente de desempleados, en el capitalismo, Marx lo llamó, el ejército industrial de reserva.

En la última década, la tasa media anual de desempleo es 4.7% —para hombres 3.7% y para mujeres 4.5%—, el desempleo urbano es 4%. La tasa de ocupación urbana en empleos regulares es 62.8% constante desde el 2003. Los salarios en términos reales se mantienen sin crecer desde inicio de siglo. Todos son datos de la OIT.

Los neoliberales consiguieron que el Estado no posea empresas ni ejecute obras públicas que generan de manera directa trabajo; sabotean las transferencias a los pobres, así como la concesión de incentivos fiscales para promover empleos. Todo para conseguir una nación formada por una masa de miserables; sumisos ante los chasquidos atemorizantes del látigo del capitalismo.

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ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.