Maestro y educación

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Este es un buen momento para dejar de quejarnos y promover el debate, efectivo y real, en cómo la educación debe ser la gestora de cambios significativos en el ámbito nacional. El anterior gobierno repetía, con insistencia casi enfermiza trabajar por la “cohesión social” y es innegable que ese es un aspecto que debemos atender, pero es absurdo creer que esa “cohesión social” la podremos lograr sin dignificar al magisterio, en todas sus aristas, sobre todo si no preparamos verdaderos profesores.

Del magisterio, con nuestra habitual miopía urbana, lo queremos conocer y analizar al existir marchas de protesta y reclamo; sin embargo, sí es apremiante que repliquemos las discusiones, que por ejemplo, mantienen Chile y Costa Rica.

Hasta hace un año no era conocido el “ranking” de los colegios privados e instituciones públicas en el país, y la pregunta es ¿qué ha cambiado ahora que se conoce? ¿Son los aspectos que recoge la gente del Ministerio los únicos que deben evaluarse? ¿Es la educación un derecho o un negocio? ¿Qué hace el congreso sobre este tema?

El acceso a los servicios públicos es un derecho humano, así de fácil, en consecuencia si la brecha es tan grande en la educación escolar entre los establecimientos públicos y privados, ¿qué estamos haciendo para hacerla cada vez más chica? ¿Qué procesos de inclusión existen en los colegios e institutos? ¿Los estudiantes con capacidades especiales pueden acudir a los establecimientos oficiales?

Acá no se trata en estar de acuerdo o no con la educación privada, acá el punto es que muchos “colegios”, sacan estudiantes al “mundo laboral” sin ninguna preparación mínima aceptable, existen maestros que lucran con el beneficio colectivo de sus colegas, hay un sindicalismo desacreditado, pero sobre todo, no hay propuesta clara y consensuada.

Urge que nos ocupemos en crear condiciones de sostenibilidad y verdaderas políticas de desarrollo para el futuro y esto empieza con un plan de educación forjado desde el Estado, sin importar el gobierno que mande. Solo de esa forma el magisterio estará dignificado, y por dignificación no debemos entender solo el goce de derechos, sino sobre todo, un régimen disciplinario eficiente que garantice el mérito sobre cualquier otro aspecto, pero también la fiscalización de los padres sobre el quehacer en el aula.

Acá las políticas de educación, salvo pinceladas, no es permanente y el debate nos debe ocupar a todos, solo así dejaremos fuera a conocidos populistas del futuro de nuestros hijos. A los maestros que lo son por vocación y no por plata o ego, hoy es su día, una mártir les recuerda la efemérides, intentemos que más como ustedes vengan a construir una realidad distinta.

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.