Males que aquejan a la humanidad
Sin embargo, algo está cambiando en el mundo y esta semana quien dio un paso importante en plantear una mirada introspectiva hacia su propia congregación fue el papa Francisco, al arremeter contra la curia, a la que acusó de incurrir en por lo menos 15 males. Vale la pena aclarar que la pecaminosa conducta a la que hace alusión el Sumo Pontífice no se circunscribe al clero católico, pues su alusión involucra no solo a representantes de otras prácticas religiosas, sino a muchos otros sectores sociales.
Difícil no sentirse involucrados como sociedad en lo que el Papa llama las enfermedades. No se necesita ser practicante de ningún credo como para saber que grandes sectores están afectados por un “alzheimer espiritual”, lo cual está lejos de cualquier discusión. Pero lo mismo puede afirmarse de la rivalidad y vanagloria que han infectado la conducta de millones de personas en diversos ámbitos, que van mucho más allá de los púlpitos y se adentran en las labores cotidianas.
El papa Francisco, al dirigirse a su congregación, decía que “un miembro de la curia que no hace autocrítica y no se actualiza o no intenta mejorar un cuerpo enfermo y que no se alimenta cotidianamente de lo que le es más inherente se convierte en un burócrata”, una alusión directa a lo que actualmente embarga a muchos servidores públicos que en el mundo también han confundido su misión y sus objetivos, los que claramente van en sentido opuesto a lo que se esperaría de alguien que ha prometido a miles de votantes un cambio en sus condiciones de subsistencia.
El mensaje de Francisco pareció por momentos trascender el ámbito de la Iglesia y, sin duda, su discurso estuvo dirigido a quienes en el mundo tienen una posibilidad de servicio, como cuando sentenció que muchos de los males actuales derivan de la “patología del poder, del complejo de sentirse elegido y del narcisismo”. Algo que sin duda puede transcurrir con mayor discreción en el enclaustramiento de miles de religiosos, pero no así en el ámbito del servicio público, donde se observan conductas de personas que literalmente se ven mareadas por el poder.
En términos generales, el más reciente mensaje del Papa no debe circunscribirse al ámbito de la iglesia a la que representa, hay muchas “enfermedades”, como él las califica, que afectan a cualquier sociedad. Lo que resulta indiscutible es que la esencia de sus palabras tiene que ver no solo con el mundo de los políticos, sino con todos aquellos dirigentes que pueden hacer mucho por modificar las condiciones de millones de personas que depositan su confianza en un liderazgo que necesita justificar su existencia.