Migración y política
Por un lado, los republicanos buscan posicionar el tema como un problema de Seguridad Nacional. Utilizan palabras como “invasión”, cuestionan al presidente Obama por no dotar de recursos a las fuerzas armadas fronterizas, acusan a los jóvenes de pandilleros y narcotraficantes; incluso algunos buscan relacionar la oleada de inmigrantes con terroristas de ¡Al Qaeda! El senador John McCain —republicano— amenazó con cortar la ayuda externa a los países centroamericanos que no detengan esa situación. Resulta que, según ellos, Obama cometió el error de ofrecer a los chapines, catrachos, guanacos y nicas carta blanca para entrar, y por eso la oleada de inmigrantes.
En el otro extremo, los demócratas tratan el tema como un fenómeno humanitario. Se relaciona la migración con los problemas de los niños en los países de origen. El ex secretario de Trabajo R. Reich cuestiona las políticas gringas de abordaje al narcotráfico y sugiere que la migración es consecuencia de los problemas asociados con la guerra contra las drogas, ergo, un problema en el cual EE. UU. es corresponsable.
Una abogada representante de los jóvenes migrantes menciona que existen vacíos legales en EE. UU. y que hay algunos criterios que podrían hacer que estos miles de niños sean considerados bajo el Asilo Político, por la incapacidad de los gobiernos de resolver la violencia que les obliga a emigrar y no contar con la seguridad garantizada por sus respectivos estados. No en balde la vicepresidenta Roxana Baldetti se lava las manos de semejante problema, persuadiendo a los jóvenes para que se queden; así, sin más, después del fracaso de su promesa política de acabar con la inseguridad y la violencia.
Algunos religiosos pentecostales fundamentalistas se refieren al tema citando a la Biblia y utilizando la situación para imponer la agenda de seguridad pública en incautos cristianos: “El Anticristo se apodera de las ciudades fronterizas” (¡!). La realidad centroamericana presenta muchas otras facetas y la perspectiva desde Guatemala es más compleja, incluso desconocida para quienes aquí, en el Norte, intentan colocar los parámetros de un debate. Debate que con un voto hispano creciente e importante y sus implicaciones en la agenda geopolítica, económica, humanitaria y de seguridad nacional, pinta a ser uno de los tópicos más calientes de las elecciones del 2015 en EE. UU.
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