Ni vistos ni oídos
Las demás publican anuncios de muchachos con cara de felicidad, sin señalar la causa de tamaña sonrisa.
Muchos afirman estar de acuerdo con la democracia sin sustentar el criterio esencial de representatividad. En efecto, los líderes partidarios tienen el respaldo de miles de ciudadanos de manera comprobada en un registro. Sin embargo, jamás se le pregunta su parecer sobre los problemas nacionales, se prefiere otros “expertos”.
¿Acaso se releva la posición socialista? Álvaro Velásquez está proponiendo el concepto de revolución democrática. Está respaldado por un partido que tiene inscritos a 22 mil 495 ciudadanos, que en algo han de confiar en sus dirigentes. Es obvio que, gracias a su condición de columnista de prensa, Velásquez todavía es notorio; no obstante cada vez es menos perceptible, hasta que consiga, a su pesar, la invisibilidad, como todos los dirigentes de ANN.
¿Se trata de un simple regateo de recursos el que enfrenta a los líderes de Winaq con los dirigentes indígenas del Altiplano? ¿Cuáles son sus metas institucionales concretas? ¿Cómo se explica la baja base electoral frente a la amplia capacidad de movilización local en esta posición política? Si a los principales voceros de Winaq, con 22 mil 973 afiliados, se les invisibiliza, jamás se fortalecerá una participación política informada.
Mientras tanto, se resaltan las posiciones anarquistas como si no existiera raciocinio en la izquierda. Se obliga a la adhesión de manera acrítica, para repudiar a los metales, al plástico, la síntesis química, la generación eléctrica o el cultivo científico. Luces y cámaras para sus propagandistas y horror ante la manifestación violenta e incendiaria de autopatrullas.
El escándalo vende, pero la democracia no funciona con bullas, sino con criterios informados. Nadie tiene derecho de veto frente a las opciones electorales. Los candidatos hacen lo que pueden para obtener popularidad. Infelizmente, reproducen maneras mercantiles de propaganda, para no referir los repartos de prendas de vestir y, ahora, ¡de comida! ¿A quién sirve la continuada escena del dirigente frente a una concentración de ciudadanos con caras de desconcierto?
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