Nueva etiqueta

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Hacerlo desvía la atención de los participantes en la plática, provoca pérdida de la concatenación del tema, y por si fuera poco, para algunas personas es posible pensar en la respuesta, escribirla, recibir el mensaje oral del interlocutor, comprenderlo y responderlo, mientras se hace lo mismo con quien se comunicó. Contestar no es obligado ni debe ser inmediato. Quien llama debe pensar en eso.

HE VISTO Y LEÍDO muchos chistes de varias personas reunidas alrededor de una mesa, todas respondiendo mensajes en sus teléfonos, sin comunicarse entre sí. A veces se nota en los restaurantes, hasta en los velorios. La frase “no puedo hablarte ahora”, “llámame después” deben ser despojadas del marco por considerarlas una grosería. Más bien debe ser al revés: considerar grosero a quien llama. La llamada puede entrar en cualquier momento y quien la hace no puede saber cómo está empleando su tiempo el interlocutor en ciernes. Nadie protestará porque alguien le diga “te hablo después, voy manejando”. Es el primer paso para extender la comprensión a otras frases.

LA SOLICITUD DE APAGAR los aparatos o dejarlos en función silenciosa debe ser cumplida como parte de esa nueva etiqueta. Si la llamada es urgente, lo correcto es salir del lugar —la oficina, la iglesia—, sin seguir respondiendo al interlocutor. Es como en el caso del cigarrillo. Antes, todos fumaban sin pedir permiso. Hoy, la mayoría lo solicita y si no lo hace puede recibir una protesta. Hoy, el fumador sale del lugar y contribuye a la nicotización de sus pulmones en el patio, en la acera. Volviendo a la tecnología, esta es una herramienta muy útil, pero al mismo tiempo necesita ser utilizada empleando maneras de no perturbar ni afectar a las personas situadas cerca.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.