EDITORIAL

Contra la violencia

Una escena grotesca se produjo el pasado martes en la cabecera de Chimaltenango, cuando un grupo de pandilleros atacó a balazos a un autopatrulla en el cual era conducido a tribunales un marero, acto en el que murieron este y dos agentes de la Policía Nacional Civil, en un hecho que según las autoridades pudo haber estado dirigido contra el delincuente.

Ese mismo día, en menos de dos horas, se produjeron otros ataques armados en el área metropolitana, en los cuales perecieron cuatro personas, y las autoridades no descartan que tales hechos estén relacionados. En lo que va del año también se reporta la muerte de al menos 20 policías en ataques atribuidos a grupos de pandilleros.

Lo cierto es que la cifra de homicidios en Guatemala sigue siendo una de las más altas del mundo, con estadísticas propias de países inmersos en conflictos armados, y muchos de esos sucesos ocurren en la zona central y en Escuintla. Se calcula que Latinoamérica tiene el 8 por ciento de la población mundial, pero en promedio acumula el 38 por ciento de los homicidios.

Ante ese trágico panorama, unas 30 organizaciones no gubernamentales lanzaron la iniciativa Instinto de Vida, en siete países, con el objetivo de evitar la muerte de unas 365 mil personas en los próximos 10 años, equivalente a la mitad de los homicidios que se cometen en la región y cuyas víctimas mayoritariamente son jóvenes de escasos recursos.

La presentación del proyecto se hizo el pasado lunes en Brasil, país catalogado como uno de los punteros en ese flagelo, con al menos 60 mil homicidios al año y donde se espera que el programa contribuya a salvar en la próxima década a unas 180 mil víctimas de la violencia.

Dicha iniciativa también se impulsa en México, Honduras y Colombia. En Guatemala se presentó el pasado jueves, por medio del movimiento Jóvenes contra la Violencia, con la meta de reducir unos 13 mil homicidios en la siguiente década, para lo cual se busca involucrar a representantes de los tres poderes del Estado y a la población más afectada.

Guatemala no es ajena a esa vorágine de violencia, cuyas cifras en algunos de esos países registran que una de cada 10 personas muere en forma violenta y por lo menos la tercera parte de la población ha perdido a un familiar o a un amigo por esa causa, sin contar los daños colaterales para quienes quedan marcados por hechos de violencia, lo cual tiene un enorme costo para los sistemas de salud pública, que erogan enormes sumas en atender esos casos.

Jóvenes contra la Violencia expone en su campaña que no es normal morir de manera violenta, y en Guatemala eso es recurrente. Según las estadísticas, en el país murieron cuatro mil 520 personas en el 2016 y en lo que va de este año ya se registran mil 458 homicidios, principalmente en los municipios de Guatemala, Villa Nueva, Mixco y en la parte costera del sur. Datos que justifican cualquier esfuerzo por impulsar un cambio de cultura, para reducir de manera significativa unas cifras que enlutan a demasiadas familias, sobre todo de jóvenes.

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