EDITORIAL

Cotidiana memoria de la corruptela

Un recorrido por algunas de las principales carreteras del país ratifica el enorme daño que la corrupción ha provocado en el estado de la infraestructura vial, por lo cual se transitan largos trechos con verdadera penuria, debido al deterioro y los daños que eso provoca en los vehículos y por el enorme riesgo que existe de que ocurran tragedias.

El mejor ejemplo de lo que ha sido la construcción de carreteras en el país lo ha dado la empresa Norberto Odebrecht, de origen brasileño, que apenas inició la construcción del trayecto de la ruta que de Cocales, Suchitepéquez, conduce a la frontera con México, y aunque dicho proyecto debió haber quedado concluido el año anterior, hoy es un auténtico reto para los conductores, que tienen que adivinar constantemente el carril a seguir.

Otra ruta que arrastra las huellas de un trabajo mediocre es la ruta hacia Occidente, porque con demasiada rapidez se constata el deterioro, y pese a las constantes denuncias de usuarios, cada día de los últimos años también han sido constantes las labores de bacheo, al punto de que este año llegó la Semana Santa y a las autoridades respectivas ni siquiera les dio tiempo de concluir esos trabajos, con las consiguientes incomodidades para los veraneantes.

Esa calamitosa situación que solo se justifica con el descuido y el temor de las autoridades por emprender nuevos proyectos, precisamente por las huellas que anteriores gobiernos dejaron a causa de la corrupción en la obra pública.

Uno de los cuadros más deplorables se observa en la ruta que de Quetzaltenango conduce hacia la Costa Sur, pasando por Almolonga, donde se ratifica el abandono, pues constantes baches y túmulos despintados dificultan el avance de turistas y transportistas, quienes por necesidad de sus labores deben utilizar ese trayecto, el cual, además, es muy transitado por todo tipo de transporte.

Una de las más infames causantes del deterioro generalizado de la red vial nacional es la corrupción, pues muchas veces las fracturas en las construcciones de concreto hidráulico se deben a la mala calidad de los materiales, pues al no utilizarse las fórmulas correctas se facilita el agrietamiento de extensos bloques de carretera, los cuales deben ser sustituidos por parches de asfalto. Pero también es común que en las arterias de asfalto tampoco se cumpla con los requerimientos contractuales.

En esas acciones se confabulan constructores y empleados públicos que, por medio de sobornos, se hacen de la vista gorda en la verificación de que las obras cumplan con las normas establecidas, con lo que permiten que el Estado sea víctima de estafa, en una de las actitudes más vergonzosas, pues todo proyecto de esta categoría incluye el pago de supervisores, pero al estar estos al servicio de las empresas se garantiza el fraude.

Muchos megaproyectos tienen pecado de origen, el cual surge cuando se establecen los requerimientos, muchos de estos en el Congreso, cuando se busca adecuar contratos a la medida de algunos empresarios inescrupulosos, incapaces de hacer un trabajo honesto, como lo atestiguan numerosas carreteras que a diario atormentan a miles de conductores que pagan un impuesto específico para que la red vial se mantenga en buen estado.

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