TIERRA NUESTRA

De las universidades al poder

Manuel Villacorta manuelvillacorta@yahoo.com

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Todos los días cientos de profesores universitarios imparten sus cátedras a lo largo y ancho del país, algunos pertenecen a la universidad del Estado, mientras otros laboran para diversas universidades privadas. Ser maestro es el mayor privilegio que un ser humano puede tener. Y ser maestro universitario —cuando se ama esa labor— cierra el mayor logro académico posible. Entre otros valiosos profesores, recuerdo con especial admiración al doctor Carlos Guzmán Bockler. “Cada cátedra es una obra de arte”, nos dijo una noche —allá por los años setenta— cuando abandonábamos, él y muchos de sus estudiantes, la facultad de Derecho en la ciudad universitaria. Formalmente la clase debía terminar a las 9 pm, pero siempre la misma se extendía mucho tiempo más. Los conocimientos del doctor Guzmán Bockler y las preguntas intensas de quienes le seguíamos atentos minuto a minuto generaban una sinergia que jamás he vuelto a experimentar. Junto al doctor Guzmán figuraron otros grandes maestros universitarios como Julio Alfonso Figueroa, con su cátedra Introducción a la Economía, y Guillermo Monzón Paz, con Introducción al Derecho Penal. Muchos años después, terminando mi doctorado en Sociología Política en Madrid, una noche caminando por Plaza España, el doctor Juan González Anleo, tomándome del brazo para cruzar la calle, me expresó: “Tu país sólo podrá superar sus problemas cuando ustedes los profesores universitarios tomen el poder”. El doctor González Anleo ya descansó, pero sus palabras siguen vivas y latentes en mi interior.

De 1986 a la fecha, nuestro país ha sido secuestrado por politiqueros disfrazados de políticos, prestos al vasallaje, condescendientes y al servicio de un modelo político sustentado en la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la cooptación del Estado. La historia no miente. Ese modelo creado en 1986 bajo el supuesto de implicar la transición a la democracia se degradó hasta la putrefacción actual en la que se encuentra. Expresidentes que se constituyeron en verdaderos verdugos de su propio pueblo. Robaron, privatizaron y dilapidaron nuestros recursos a su antojo. En algunos casos la justicia les ha alcanzado, en otros la impunidad les sigue cobijando. Pero la condena moral e histórica es implacable, de la cual jamás se librarán.

Hoy esa alameda para el cambio sigue abierta, esperando una verdadera clase política, la cual, creo con convicción, deberá estar articulada por académicos guatemaltecos, hombres y mujeres, provenientes de las ciencias sociales y las ciencias exactas. Un contingente de profesores que a su capacidad profesional sume el compromiso para con su pueblo y la acción social permanente. Esos profesores capaces de llevar la ciencia y la política por la misma ruta, capaces de articularse con esas juventudes que toman las plazas por asalto con el reclamo social en sus entrañas, esos profesores capaces de hacer brillar las redes sociales con mensajes contundentes y esperanzadores que animen a millones de jóvenes a sumarse al cambio. Esos profesores que conjuguen sus aulas con el caminar comprometido por todos los rincones de la patria, llevando salud, educación, seguridad y esperanza para todos. Guatemala sí tiene futuro, nuestro contingente intelectual, esos profesores universitarios que se han formado mediante la ciencia, son nuestro principal recurso. De las aulas al poder, esa debe ser la consigna, ese debe ser el objetivo para encauzar a Guatemala hacia un cambio definitivo y esperanzador. Profesores presidentes, profesores alcaldes, profesores ministros, profesores diputados. Eso es lo que la patria reclama hoy.

manuelvillacorta@yahoo.com

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