EDITORIAL

Desarrollo embotellado

Decía Pedro B. Ortiz, exalcalde del distrito central de Salamanca, España, en una reciente entrevista con el diario elPeriódico de Guatemala, que si una persona se tarda más de una hora en llegar a su lugar de trabajo se debe cambiar de alcalde.

Ciertamente, la problemática en ciudades como Guatemala no para de crecer y pese a que también van en aumento los ingresos de las arcas municipales, esto no se refleja en mejoras para el vecindario ni en proyectos que resuelvan las grandes demandas. El contrasentido es que se vuelve más caro el mantenimiento de esas burocracias, lo que deriva en clientelismo y en poca eficiencia.

Esto lleva a la inevitable pregunta de ¿por qué se buscan esos puestos de poder? y la respuesta es obvia, cuando se ve el cambio de vida de muchos funcionarios, algunos que incluso han pasado décadas en los cargos, sin que se produzca la promocionada transformación, como transporte, tránsito de vehículos, escasez de agua o manejo de desechos.

Los problemas se multiplican en varios sectores, donde más allá de las labores de maquillaje no se vislumbran soluciones sustantivas, lo cual tiene un enorme impacto en la vida de millones de personas, como en la ciudad capital, municipios circunvecinos o departamentos aledaños, cuyos pobladores deben disponer de casi cinco horas diarias para llegar a sus lugares de trabajo y retornar a sus hogares.

Esta semana, el XV Encuentro Nacional de Empresarios (Enade) abordó en parte esa problemática por medio de uno de sus expositores, Joan Clos, exdirector de ONU-Habitat y exalcalde de Barcelona, quien sostiene que se deben implementar políticas urbanas para orientar el crecimiento de las ciudades, agregar valor a las zonas de residencia y evitar que las personas busquen moverse a ciudades más desarrolladas, en las que se concentra la mayoría de servicios.

La planificación, junto a otras políticas de desarrollo, debe buscar evitar la macrocefalia y la megalópolis, dijo Clos, en clara alusión a la situación por la que atraviesa Guatemala, donde a partir de los grandes desastres como el terremoto de 1976 se ha desatado una descomunal migración interna, porque en sus lugares de residencia reina el abandono y es escasa la inversión pública o privada, porque tampoco hay garantías para los empresarios.

Ese es el objetivo de eventos de esta naturaleza: sensibilizar a autoridades, líderes comunitarios, dirigencia empresarial y política para encarar un reto de enormes proporciones. Por ser Guatemala el país con el mayor crecimiento demográfico de Latinoamérica, esa presión crecerá en todas direcciones y podría convertirse en una crisis inmanejable.

Los cambios deben empezar por asumir con mayor responsabilidad el discurso político y el de quienes aspiran a dirigir esos pequeños feudos, los cuales ya no aguantan con más abuso, corrupción y clientelismo, mientras los grandes problemas, en vez de superarse, se vuelven más complejos. La exigencia ciudadana también debe ser mayor, porque el abuso de poder se acrecienta ante sociedades indiferentes.

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