LIBERAL SIN NEO

Efectos económicos de la inestabilidad

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Una reciente nota informativa epitomiza la actitud hacia la producción en Guatemala: “Con el lema de “Sí a la vida, no a la minería”, las premios Nobel de “la paz” Shrin Ebadi, de Irán; Tawakkol Arman, de Yemén; Jody Williams, de EE. UU.; y Rigoberta Menchú, de Guatemala, participaron en un encuentro con mujeres, en Casillas, Santa Rosa” (PL/27/10/2017). El lema equivale a “sí a la pobreza, no al progreso”.

El comportamiento de la economía y las perspectivas le están pasando la factura a la conflictividad social y la incertidumbre política. Como señala Paulo de León, director de Cabi, la economía de Guatemala va en sentido contrario de la tendencia global. Mientras las principales plazas bursátiles están al alza y los índices de confianza en la economía están altos en Norteamérica, los indicadores económicos en Guatemala están a la baja.

Primero, las malas noticias. Hay pesimismo: el Índice de Confianza en la Actividad Económica en septiembre de 2017 se encontraba en 25, comparado con 66.97 en enero de 2016; una baja considerable en los niveles de percepción de confianza en la economía. Según publicaciones del Banco de Guatemala, la tasa anualizada de crecimiento de la economía en el segundo trimestre 2017 fue de 2.3%, la más baja en los últimos dieciocho trimestres. Esta tasa es igual a la de crecimiento de la población, de manera que en términos per cápita, el crecimiento está en cero. Para pensar en progresar, la economía de Guatemala necesita crecer a tasas anuales por encima de 5-6%.

La tendencia del Índice Mensual de Actividad Económica (Imae) cambió a la baja a partir del segundo trimestre de 2016. La caída en la importación de bienes de capital se acentúa a partir de junio 2016; a pesar de un quetzal fuerte, disminuye la importación de maquinaria y tecnología para producir. Se ha reducido la formación bruta de capital fijo como porcentaje del PIB, acentuada por el retroceso en la inversión pública a partir de 2012-2013. Ha disminuido el flujo de inversión extranjera directa, en 35-40% con respecto a los niveles de 2014. La tendencia a la baja de estos indicadores de inversión y flujos de capital son un mal augurio para el dinamismo de la actividad económica en el corto y mediano plazo.

El crédito bancario al sector privado alcanzó a finales de 2015 una tasa de crecimiento interanual cercana a 14% y actualmente se encuentra por debajo de 5%, señalando una desaceleración en la actividad productiva y el consumo. Guatemala ocupa el antepenúltimo lugar en el Índice de Percepción de Corrupción en Latinoamérica, superando solamente a Nicaragua y Venezuela. Todo esto está siendo empujado por la inseguridad y la alta conflictividad social, la falta de certeza jurídica, desconfianza en las instituciones y la inestabilidad política. A esto se suma la creciente marea de regulación y reglamentación estatal que ahoga e impone costos a las empresas formales.

Las buenas noticias son pocas; el precio del petróleo se mantiene a niveles relativamente bajos. Al mes de agosto la tasa de crecimiento interanual de las exportaciones aumentó 6% y las remesas familiares continúan en aumento. Esto no nos sacará a flote, ni de cerca.

El liderazgo político no cuenta con una estrategia, objetivos y planes que conduzcan al crecimiento económico y al progreso. El discurso ideológico dominante es fundamentalmente antiempresa y antiproducción. Se la pasa describiendo la pobreza, predicando la desigualdad y oxigenando la conflictividad. Sí al conflicto, no a la producción; su única propuesta es la victimización, que solo fabrica pobres.

fritzmthomas@gmail.com

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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