TIERRA NUESTRA

El ABC de la seguridad ciudadana

Manuel Villacorta manuelvillacorta@yahoo.com

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El desmantelamiento del autoritarismo militar y la instauración de gobiernos civiles democráticos y eficientes era el principal objetivo de la transición política iniciada en 1986. Pero luego de tres décadas y diez gobiernos, incluyendo dos designados a la presidencia, la población percibe y experimenta que el objetivo planteado no se cumplió. Existe un alto nivel de frustración: la pésima funcionalidad de los servicios públicos, el aumento de la pobreza, así como el auge de la delincuencia, la violencia e inseguridad ciudadana. Mi enfoque hoy se remite al último apartado referido.

Para enfrentar la delincuencia debe hacerse una tajante diferenciación: A. La delincuencia común, y B. La delincuencia organizada. La delincuencia común se erradica con prevención, vigilancia, educación y desarrollo social, básicamente con una oferta de empleo sustentable. A pesar de sus efectos y complejidad es la más fácil de erradicar. La delincuencia organizada, por el contrario, implica un desafío mayor, empezando por el hecho de que la misma tiene ya un carácter transnacional, lo que exige respuesta internacional. Además de ello es una verdadera industria del crimen con estancos definidos: sicariato, secuestro, contrabando, robo de vehículos, narcotráfico, trafico humano ilegal, prostitución, tráfico de órganos humanos y depredación de recursos naturales o culturales. En síntesis, el carácter y la operatividad de la delincuencia común y de la delincuencia organizada son muy diferentes, como diferentes son sus nefastos efectos. Ante el reiterado fracaso de todas las administraciones de gobierno pasadas en materia de seguridad, es urgente dar un paso valiente y cualitativo que logre resolver y erradicar este flagelo.

Mi propuesta: La delincuencia común debe ser combatida a través de la Policía Comunal Municipal (PCM), en este caso cuando se refiera a municipios de baja densidad poblacional. En municipios de alta densidad poblacional —como por ejemplo el municipio de Guatemala— debe crearse la Policía Comunal Municipal Zonal (PCMZ). Las funciones de las policías municipales tradicionales continuarán inalteradas: regulación de tráfico vehicular, coordinación del transporte público, supervisión de mercados y áreas urbanas diversas. La PCM y la PCMZ deben estar integradas por consejos interinstitucionales: dirección de la propia Policía, maestros, padres de familia, organizaciones de sociedad civiles e iglesias, entre otras. La relación entre los miembros de estas policías y los habitantes son estrechas y permanentes. Los policías devienen y forman parte directa de la propia comunidad. Objetivo: eficiencia, confianza, respeto y admiración.

Los radios de acción de la delincuencia organizada —expuestos anteriormente— exigen la existencia de una fuerza de seguridad nacional que opere en todo el territorio guatemalteco. Para el efecto, esta fuerza de seguridad nacional deberá articular al Ejército de Guatemala con la actual Policía Nacional Civil en un solo cuerpo. Altamente capacitado, estrictamente seleccionado, dotado con los recursos de defensa y ataque más modernos. Su nombre es cuestión de acuerdos y decisiones: Guardia Nacional, Fuerzas Armadas de Guatemala, Policía Militar de Guatemala u otro similar. El objetivo es que las actuales estructuras militar y policial de Guatemala se transformen. Ha llegado el momento para hacerlo. Es imposible abordar un fenómeno tan complejo como el tratado en un solo artículo de prensa, pero aportar ideas para iniciar un verdadero debate propositivo es, por ahora, la obligación ciudadana que todos tenemos.

manuelvillacorta@yahoo.com

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