ESCENARIO DE VIDA

El cerro Cucurucho de Antigua Guatemala

Hace unos días saqué al aire un programa televisivo investigativo sobre el Plan de Expansión de Transmisión (PET) que permitirá transportar la energía eléctrica entre los 15 de los 22 departamentos del país, contemplando la construcción de 875 kilómetros de líneas de transmisión y 24 subestaciones.

Para evitar confusión, mi compromiso es llevar conocimiento. Buscar la verdad a través de las investigaciones realizadas y encontrar cómo todos podemos avanzar en prosperidad sin dañar el medio ambiente. Por lo mismo, nuestro equipo verificó qué podía ser dañino y qué no.

En el programa, dos conocedores en el tema, Aída Lorenzo y Claus Schieber, ambos ajenos a la empresa transportadora de energía, hicieron las preguntas pertinentes junto a comunitarios y mi persona, y solo trasladamos la información. Para quienes no me conocen a fondo, no me dejo llevar por lo que “quieren” que diga. Evité sacar imágenes de los “opositores” al proyecto para respetar su identidad.

Al expresar los comunitarios su preocupación sobre las fuentes y nacimientos de agua, la empresa constructora asegura que las torres no tienen por qué dañar, pues no pueden estar cimentadas sobre ningún líquido. Aseguran que la tala de árboles será “selectiva” y “moderada”, diferente a como se hacía hace 20 años —instaladas con drones— y reforestarán. Esto será cierto siempre y cuando no se talen franjas completas.

Sobre el daño a la salud humana, las radiaciones emitidas por los cables de alta tensión no tienen la energía suficiente para ionizar la materia, por ello se les denomina “Radiaciones no-ionizantes”, con sus campos electromagnéticos normales y de menor intensidad que los microondas, lo cual está respaldado por la OMS, que también concluye que las exposiciones a niveles de campos electromagnéticos inferiores a los límites recomendados no producen ninguna consecuencia adversa.

Lo que sí nos preocupa es el bello cerro Cucurrucho, que acordona la ciudad colonial, que no debiera ser pertubada. Por ello se les preguntó si podían mover el trazo para no pasar por el cerro, ya que para las comunidades es “sagrado”, y contestaron que ellos no deciden, pues son simplemente la empresa contratada. La planificación llevó años y fue diseñada por autoridades guatemaltecas. Por ende, el proyecto pertenece al Estado de Guatemala, a través del MEM, por medio de la CNEE. Por ende, sugerimos que se realice una reunión de las comunidades con el MEM para que en consenso se busquen soluciones que no impacten visualmente al cerro.

Siendo la ciudad de Antigua patrimonio de la humanidad, nadie estaría de acuerdo con la instalación de torres en el cerro, pues distorsionaría y afectaría el paisaje y, por lo tanto, al turismo. Nuestros diversos programas de TV han creado consciencia por más de 30 años, tanto así que hemos logrado en el pasado evitar situaciones similares de distorsión del paisaje y deforestación en varios puntos de Guatemala.

Según Schieber, cualquier actividad humana causa un impacto, por lo que habrá que evaluar el costo-beneficio pero nunca sacrificando el paisaje icónico de Antigua ni el entorno ecológico, si queremos que la electricidad llegue a todos, de mejor calidad y más accesible.

Cierro esta columna de opinión satisfecha de que es una actual y válida fuente de información. Después de muchos años de ser una ambientalista y productora independiente, sigo en búsqueda de un país verde y una Guatemala mejor. Interesados en el tema, ver Los secretos mejor guardados, en Youtube.

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