REGISTRO AKÁSICO

El final de los hecatónquiros

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Un concepto de la Grecia antigua, cuyo significado ha disminuido, es el de caos. Cuando hay un vacío, tiende a llenarse. El ingreso de los elementos en ese espacio es desordenado, caótico. De esa cuenta, el caos es un momento inicial donde acuden los futuros componentes aunque se presenten en desorden.

Ilya Prigogine, *1917 +2003, pensó el proceso al revés, cuando formuló el concepto de estructuras disipativas. Llega un tiempo cuando los elementos tienden a disociarse, para alcanzar quietud en la soledad.

En las instituciones, pueden ocurrir ambas situaciones. Lo deseable en la administración pública consiste en conservar el equilibrio, para evitar la tendencia a la desorganización. Es la fortaleza institucional. Se expresa en las dimensiones de alcance, número de facultades y estabilidad.

Si se piensa en el Banco de Guatemala, es obvio que después de las reformas orgánicas, alcanzó ese fortalecimiento. Cuando se prohibió la subsidiariedad financiera estatal; aunque disminuyó su ámbito y potestades, mejoró su posición.

Al observar a la seguridad social, integrada en el IGSS, salta a la vista que vivirá una crisis anunciada. La integración financiera y de servicios de salud, es letal. Probablemente ocurra después de una década; por lo tanto, se puede hacer caso omiso del futuro y gozar de los dineros de los contribuyentes, para cumplir las funciones o para generar corrupción. La reforma puede esperar mientras tanto.

Otra corporación está signada por el fracaso. Actúa al margen de la ley, florece la corrupción en su seno. Esta se presenta como patrimonialismo. Esto es, los empleados la toman como si fuera propia, para conseguir pequeñas prebendas que tergiversan su misión. El monopolio constitucional es la cobertura para todo tipo de aventuras. Se tiene equipo de futbol, marimba, emisora de televisión, radio, fincas improductivas, propiedades urbanas en el abandono, parque vehicular etc.

Lo más grave es incumplir la ley. La estructura orgánica legal ya no funciona o lo hace de manera perversa. Se argumenta que la base autonómica está constituida sobre la democracia. Pero sucede que hay profesionales que votan doble, como profesores titulares y como profesionales. Además, la mayor parte de catedráticos está excluida del voto y forzada al apandillamiento, si desean continuidad laboral. En el ente directivo, la mayor parte de unidades académicas no participan en sus debates y decisiones.

Ha crecido tanto que se puede comparar a los monstros griegos, los hecantónquiros que tenían cincuenta cabezas y cien brazos. Buenos para tirar piedras pero incapaces de conseguir pensamiento complejo. Estuvieron destinados al choque. Vivían para ser dirigidos, primero por Cronos y luego por Zeus. En el caso analizado, los integrantes sirven para conseguir canonjías y votar en una dirección, pero incapaces en el desarrollo científico. A todo estudiante se le obliga a formar parte de una asociación, contraviniendo los derechos humanos.

En todas las últimas elecciones se prometió reformarla; al final nada se hizo, pero si se gastó en consultorías, propuestas, actividades y demás subterfugios.

Sin romper el orden constitucional se podría proceder a una reforma como la realizada en la Universidad de París. Sin embargo, las comisiones por tener depositados los fondos en un determinado banco, hacer grandes compras, registro de proveedores, plazas fantasmas, empleados de decoración, niveles de ocupación de las aulas al 40%, construcción de edificios, carreteras, permisos de ventas ambulantes, cafeterías etc. es una carga muy pesada. Pobre la Usac.

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ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.