EDITORIAL

Estorbos insustituibles

Hay acontecimientos que rompen con la monotonía y animan a luchar por grandes ideales, a la vez que permiten escapar de la rutina de los corruptos y del discurso vacío de tantos políticos y funcionarios anodinos. Existen vidas valiosas que a base de trabajo y creatividad han puesto en alto el nombre de Guatemala sin necesidad de compadrazgos ni autoelogios: se trata de los grandes maestros del arte pictórico guatemalteco.
Este es un grupo que brilla con luz propia y cuyas creaciones adquieren carácter universal, aunque paradójicamente son poco apreciadas en el propio terruño, porque su quehacer no está coludido con agendas aviesas ni pretende adular a ningún poder.

La exposición denominada Los 5 estorbos vivientes fue inaugurada el jueves último en el Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida, y en ella se pueden apreciar obras de Elmar René Rojas, Luis Díaz, Ramón Ávila, Rodolfo Abularach y Manolo Gallardo. El nombre de la muestra, lejos de ser un insulto, es un halago ideado por el ya fallecido maestro Efraín Recinos, quien en una pintura se retrató junto a otros nueve artistas y la tituló Pintor con nueve estorbos, la cual es ya todo un referente de una época del arte nacional, pues cinco de ellos ya fallecieron.

El mismo título de la muestra denota creatividad de quienes a estas alturas de sus vidas han aceptado presentar al público en general sus más íntimas creaciones, a quienes quizá por única ocasión puedan apreciar en una exposición de semejante alcance.

En lo individual, cada uno de ellos ha dejado una huella indeleble en el arte guatemalteco, como Elmar René Rojas, cuyo estilo creativo ha sido de los más cotizados a nivel mundial y quien incluso incursionó en la política, pero quizá haya atisbado situaciones muy parecidas a lo que ocurre en la actualidad y tomó la mejor decisión al consagrarse a su estudio.

Uno de los referentes de la pintura guatemalteca son los ojos gigantes de Rodolfo Abularach, cuyas miradas cargadas de interrogantes podrían asombrar a cualquier espectador. Asimismo, las síntesis geométricas de Luis Díaz continúan manteniendo esa personalidad recia y crítica.

Ramón Ávila, español de origen pero guatemalteco de adopción y corazón, impuso su sello en el mundo del diseño y la pintura, al integrar los conceptos orgánicos y anatómicos a un lenguaje abstracto. No menos importante es la huella de Manolo Gallardo, el más impresionante retratista guatemalteco, cuyo surrealismo y onirismo ha sido vehículo de crítica a los políticos y dogmatismos de todos los tiempos.

No puede dejarse fuera la mención del pintor Rudy Cotton, de amplia trayectoria nacional e internacional, quien actualmente se encuentra al frente del Museo Nacional de Arte Moderno. Dicho sea de paso, su designación es una de esas contadas excepciones en la cual un perfil idóneo y digno se hace cargo de una institución encargada de resguardar el patrimonio visual de Guatemala. La exposición de los 5 estorbos es en realidad una ventana abierta al corazón creativo de Guatemala.

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