LIBERAL SIN NEO

¿Excelentísima señora presidenta Aldana?

Thelma Aldana tiene admiradores y detractores, hay quienes piensan que es la dama de hierro que se enfrentó a la corrupción y otros la ven como servil a la Cicig, en una misión de persecución selectiva que ha desestabilizado al país. Unos la consideran un ángel de la justicia derrumbando las fuerzas del mal, mientras detractores estiman que acuerpa una conspiración de la izquierda para tomar el poder. En cualquier caso, pienso que es una mujer admirable, porque de origen humilde y sencillo, con  voluntad y trabajo tesonero se levantó a las altas esferas del poder y ejerció fuerte influencia en su entorno.

En 2015 electrizó a Guatemala con el caso La Línea, que la colocó al centro del escenario y le ganó una admiración casi universal. Poco a poco fue menguando la aprobación general, con el reciclaje constante de los mismos personajes oscuros, la falta de condenas y lo que algunos consideraban persecución política selectiva, al ignorar los pecados de Sandra Torres y Codeca, entre otros. A medio camino se dedicó a perseguir al presidente Morales, decidiendo que era culpable para luego salir a buscar el delito. Al final de su gestión en el MP, en un plato de la balanza es la abogada del pueblo y en el otro es instrumento de la agenda política de Iván Velásquez.

En días recientes, desde España, Thelma Aldana declaró a los medios que tiene interés por participar en política para aspirar a la Presidencia de Guatemala. Tengo dos comentarios sobre su aspiración, a la que tiene pleno derecho. El primero es que a menos de un mes de haber dejado la jefatura del MP, sus declaraciones obligan a la pregunta sobre qué tanto sus actuaciones al frente del MP, especialmente en el último par de años, se vieron influidas por sus aspiraciones políticas. Su respuesta, por supuesto, sería que de ninguna manera, pero queda una nube de duda, siendo, al fin de cuentas, humana.

El segundo comentario esgrime el contenido de sus declaraciones, en las que Aldana hace de menos “la vieja política”, cuando es el caso que ella estaría usando su notoriedad como funcionaria pública como trampolín al poder, que no es precisamente “nueva política”. Manifestó que “si encuentro una plataforma donde pueda estar la derecha, la izquierda, las mujeres, los pueblos indígenas, los grupos que nunca han tenido acceso a una sociedad en condiciones de igualdad, sí me gustaría participar”. Esto sugiere que carece de definición, ideología y filosofía política, que guíe una visión programática para resolver los problemas del país. No son las ideas, el programa es ella, un caudillo que sabe cómo hacer las cosas y le quiere caer bien a todos; ¿no es esta la esencia de la vieja política?

Incluir a la derecha, a la izquierda, las mujeres y los pueblos indígenas, es tocar las teclas de la moda y la política de identidad, apelar a la inclusión, una “gran carpa” donde quepan todos. Suena bonito, como una canción de John Lennon, “equidistante de los extremos”, ese “centro” tan romántica y políticamente apetecible, pero bajo análisis, vacío, cinismo político puro. Se le olvidó incluir a la juventud.

Siendo mujer y jefe del MP, como su antecesora y sucesora, podría predicar con su ejemplo, cómo una mujer con su esfuerzo y trabajo alcanza altas posiciones, en lugar de apelar a la política de victimización donde las mujeres “nunca han tenido acceso a una sociedad en condiciones de igualdad”, tan de moda. Con sus primeras declaraciones sobre sus aspiraciones políticas, lejos de demostrar que está lejos de ella, Thelma Aldana parece ser criatura nata de la vieja política.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).