EDITORIAL

Expresiones de franca debilidad

Desproporcionado e innecesario fue el derroche de fuerza policial y militar que ayer expuso el Gobierno en los alrededores del Congreso, durante los actos conmemorativos del 197 aniversario de la Independencia, porque riñe con la esencia de la democracia no militarizada y porque eleva el nivel del muro que separa al presidente de la población, con lo que también se acrecienta la imagen de soledad y debilidad en torno suyo.

El triple cerco de seguridad en torno del mandatario exhibido ayer solo confirma la soledad, los temores y la enorme debilidad por la que atraviesa el Ejecutivo, y refuerza la percepción de que cada vez queda más a merced de quienes dicen protegerlo. En las escasas palabras del mandatario también se percibió un efecto de caja de resonancia de lo que otros piensan, pues parece solo repetir, sin análisis previo, las ideas que alguien pone en su mente, y luego le vuelven como un filoso bumerán.

Entre los riesgos que implican el distanciamiento presidencial de la realidad nacional inmediata se encuentra que su discurso es cada vez más confrontativo, desafiante, sin visión de estadista, incapaz de leer la compleja coyuntura a la que él y muchos de sus colaboradores han llevado al país, al punto de limitar las posibilidades de un adecuado funcionamiento del Estado.

La moraleja derivada de mencionar el camión caza aviones narcotraficantes es el tipo de discursos llevados a niveles de ridiculez, difíciles de concebir en boca de un presidente que reclama reconocimiento y por lo cual tampoco debe lanzar con ligereza afirmaciones como la de que los estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala son caros para el país, sin preocuparse por mencionar en relación a qué.

Morales debe meditar su discurso, sobre todo porque tiene un techo demasiado frágil, como ser el presidente que más gana en Latinoamérica, incluso más que algunos gobernantes europeos, y encima haber incurrido en hechos bochornosos como aceptar un bono desproporcionado de recursos del Ejército.

La preocupación sobre el discurso oficial se extiende a varios sectores, pues sus últimas medidas han polarizado aún más a la población y por ello ha sido duramente criticado, porque se ha desencadenado una nueva oleada de protestas en varios departamentos que, ante el derroche de fuerzas policiales y militares, ha provocado que otros sectores se pronuncien para que prevalezca la ahora desfalleciente cordura.

Después de un prolongado silencio, la Conferencia Episcopal de Guatemala emitió un nuevo comunicado en el que llama a mantener la cordura y a “no buscar en el conflicto ni en decisiones arbitrarias la fórmula para resolver problemas que solo se solucionarán bajo el cumplimiento cuidadoso de la ley”.

La celebración del mes patrio, declaran los obispos guatemaltecos, “ya no es un asunto de criollos capitalinos que se sienten dueños de la patria y solo ellos pueden hablar por ella, sino que celebramos algo que nos concierne a todos”. Ciertamente, los asuntos de Estado son demasiado importantes como para dejarlos en manos de un grupúsculo de políticos y mucho menos, como declaran los religiosos, que se quiera ver la violencia como algo inevitable.

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