EDITORIAL

Gremio vulnerable a presión y violencia

La Sociedad Interamericana de Prensa acaba de concluir su reunión de medio año en Antigua Guatemala y durante las discusiones en torno al papel de la prensa en democracias como las latinoamericanas afloraron tres temas vitales: por un lado, el impacto de la corrupción en estados tan precarios; luego la conducta de los órganos oficiales para enfrentar el derecho a informar, y las serias amenazas para los periodistas.

En el primer caso, Antigua sirvió de marco para un discurso preocupante del comisionado de la ONU en Guatemala en la lucha contra la corrupción, Iván Velásquez, quien afirmó que el Estado guatemalteco reúne todas las características de haber sido diseñado para el predominio de la inmoralidad, o por lo menos es lo que han evidenciado los sucesivos gobernantes con su discutible comportamiento.

Respecto de la conducta de figuras más visibles de los órganos de poder hacia la prensa, esta es una de las más lamentables situaciones por las que atraviesan los periodistas guatemaltecos, donde el dicho de uno de los políticos más intolerantes se reduce a la insultante afirmación de que en Guatemala a la prensa se le pega o se le paga.

Ante ese panorama es que la práctica del ejercicio periodístico en nuestro medio es una real amenaza a la integridad de los comunicadores y la situación se agrava en la medida en la que esa labor se aleja de los centros urbanos, pues en la provincia es mucho más peligroso hacer periodismo.

En los departamentos, una de las más serias amenazas es las compra de voluntades o el contubernio entre medios claramente inclinados a favorecer las versiones oficiales, como sucede con el emporio de canales y radios propiedad del mexicano Ángel González, quien ha financiado a los últimos gobernantes y cuyo personal incluso ahora forma parte importante del equipo de comunicación del actual gobierno.

Esa confusión en los modelos de información incluso ha confundido a gobernantes ingenuos, quienes llegan a creer que ese es el mejor modelo informativo, sin darse cuenta del enorme daño que eso le hace a la democracia, pues se pierde toda posibilidad de fiscalización de los actos gubernamentales para darle paso a “infomerciales” caracterizados por presentar realidades paradisiacas disfrazadas de noticias.

Un ejemplo de ello lo dio el presidente Jimmy Morales recientemente, cuando afirmó que la crítica en los medios independientes de comunicación se debía a que se había terminado la fafa o coima y posteriormente fue evasivo cuando se le pidió que diera detalles de esos sobornos, lo cual solo podía ser interpretado como comentarios infundados o que quienes recibían algún tipo de pagos podían ser en todo caso medios afines a su gobierno.

Es un modelo infame que contamina a la prensa independiente, a lo cual temen quienes han convertido los cargos públicos en guaridas de rufianes, incapaces de cumplir con mínimos requerimientos de transparencia, como ocurre con la alcaldía capitalina. El hostigamiento a la prensa es una práctica frecuente en nuestro país y, aunque sea en menor escala, la muerte de periodistas sigue siendo una práctica intolerable, como lo detalla el informe de la SIP.

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