CATALEJO

La Historia es una prima del periodismo

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Escribir periodismo es hacer historia a la carrera. Es un viejo aforismo cuya validez incluye al realizado por radio y por televisión. Podríamos agregar “hablar el periodismo”, pero también esta clase en alguna parte de su desarrollo, debe escribirlo alguien. Por eso la corrección lingüística debe mantenerse como una prueba de la calidad de la forma. El fondo de la actividad informativa debe también tener la misma calidad de siempre, sobre todo en el aspecto más importante para la sociedad actual: la interpretación y la explicación de los hechos y sus posibles o seguras consecuencias. Las gruesas paredes de la Historia están construidas con muchos de los ladrillos de ese periodismo hecho a la carrera, con el factor tiempo en contra.

Los medios informativos y los libros históricos tienen en común su actualidad después de pasado el tiempo, cuando esa Historia se convierte en un juez severo e inapelable. No hay posibilidad de perdón y sólo se puede comparar si el periodismo cumplió con sus tareas. Pero también hablar del periodismo o la prensa, es una abstracción. Hay seres humanos practicándolo y por ello es tan distinto como cada uno de ellos. Podríamos decir lo mismo de la Historia. Hay hechos históricos, llamados así porque cambiaron al mundo. Y su reporte en el periodismo (o muy antiguamente en los historiadores) constituye el parentesco entre las dos actividades. Se debe recordar: a la Historia la escriben los vencedores, pero la verdad surgirá aunque sea muchos años después.

En la actualidad, las peligrosas redes sociales constituyen la manera de conocer las noticias para miles de millones de seres humanos. El trabajo periodístico de ser informador, ha agregado a esta tarea la de ser intérprete, para lo cual es imprescindible capacidad, conocimiento de muchas materias, todo ello realizado dentro del marco de la ética, tanto profesional y sobre todo personal. La tecnología al alcance de todos lleva consigo una mayor exigencia ciudadana de estas cualidades de corrección. Por supuesto, esta forma exigida a periodistas y medios provoca terror en quienes han provocado en total o en parte los problemas de las sociedades actuales. La absurda decisión de matar a los medios porque reportan aquello causante de molestias, es una plaga mundial en este momento.

Los periodistas debemos vernos a nosotros mismos como esos mensajeros de la Historia, y pensar en las obligaciones implícitas en ello. Esto resulta fundamental para entender nuestra tarea. En ese gremio incluyo también a quienes han decidido trabajar exclusivamente en el campo de la explicación de los hechos y sus consecuencias, aunque su actividad principal se desarrolle en otros campos del saber humano: derecho, medicina, ciencias, religión, etcétera. La libertad de expresión incluye, por supuesto, a la de opinión. Por eso quienes tienen en su alma a un dictador, desean matar —en sentido figurado— a los mensajeros incómodos y a los medios, por medio de presiones económicas o convencimiento a quienes pueden colocarse a espaldas de la Historia.

Este mes termina con la celebración, el 30 de noviembre, del Día del Periodista. Se hará en medio de uno de los ataques más arteros sufridos por la prensa guatemalteca independiente. Dentro de 50 años, cuando mi nieto menor tenga 53, la Historia se habrá encargado de reportar ya sea la muerte de ese periodismo independiente, o su supervivencia con algunos cambios, necesarios por la tecnología de avance extraordinario, inimaginable. Por supuesto, yo no lo veré, pues estoy inmerso en la belleza del paisaje del otoño de mi vida. Espero la permanencia de los valores milenarios y ojalá eternos, gracias a lo cual el parentesco entre el periodismo y la Historia se mantenga y sobre todo se comprenda como por desgracia en este momento no ocurre.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.