REGISTRO AKÁSICO

La necesaria fluidez de la política

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Cambia lo superficial, lo profundo, el modo de pensar. Así dice la canción de Mercedes Sosa. Pues si cambia todo en este mundo, no es extraño que nosotros también.

Un principio de la política, en un régimen representativo, consiste en la necesaria fluidez. No se trata de un valor ni de una aspiración para la mejora, sino expresa un componente esencial. La representatividad reside en la elección de las autoridades, pero de la misma manera que los bienes de uso, está sujeta a depreciación y abandono de las funciones.

El desencanto por el electo o nombrado empieza al inicio del mandato, se trata de la afirmación de la realidad frente al mundo de las promesas. Mientras no ejercía el cargo, el aspirante esboza un futuro deseable, pero al momento de asumir se descubren impedimentos y obstáculos difíciles de remover. Cuando se trata de un equipo de trabajo, la prueba en el desempeño denota la valía pero también la falta de competencia de algunos. Los electores se dan cuenta de ello, por lo que inician la crítica, así como acusan desengaño.

En algunos países, se realizan las encuestas de popularidad. Se trata de mediciones sobre la aceptación de las autoridades. Muy raras veces, ese índice crece; al contrario, se espera que vaya descendiendo durante el mandato, con una leve alza cuando se abandona el cargo.

En todo programa de trabajo, siempre se privilegian algunos asuntos y se postergan otros. El mismo cumplimiento de las metas trazadas provoca que aparezcan nuevas situaciones que preocupan a los ciudadanos. De donde el éxito no apareja el aplauso, sino el descubrimiento de nuevos desafíos y problemas.

Por lo tanto, todo cambio de autoridades públicas es conveniente para mantener la satisfacción de los representados, pues establece nuevas expectativas de conseguir metas compartidas. El odio hacia las tiranías y dictaduras, se explica en gran parte por la permanencia del líder. Puede refrendar su posición en elecciones, pero la insatisfacción de la oposición tiende a convertirse en absoluta. Es decir, no concede ningún aprecio a las acciones de la autoridad. Así mismo, crece el malestar expresado en la crítica despiadada y, a veces, injusta. No se le ofrece pan ni sal. Todo está mal, nada sirve.

La fluidez no necesariamente es alternabilidad. Esta última sucede cuando los opositores intentan solucionar los problemas con otras medidas, en cada período de ejercicio de la autoridad. La ciudadanía otorga a la oposición, la facultad de resolver los asuntos por otros medios. En algunos países, los acentos son mudables cuando compiten dos formaciones ideológicas. Unas veces los ciudadanos tienen un humor; mientras otras tantas, piden una orientación diferente.

Cuando se señala que los cargos deben permitir una secuencia, lo que se resalta es la necesidad del cambio para evitar la polarización antesala de la violencia. En muchos países, los secretarios generales de los partidos se mudan cuando pierden las elecciones. Otro sabrá hacer mejor las cosas, o al menos lo intentará. En cambio, persistir en el caudillo solo demuestra la falta de reflexión y debate. Lo dicho vale para Daniel Ortega y consorte, así como para Iván Velásquez Gómez. Ya se sabe, el presidente Jimmy Morales Cabrera, solo tiene un mandato, se tiene que ir también. En igual forma como recién, salieron las funcionarias del MP y la PGN.

Cuando alguien quiere permanecer a fuerzas. Ya sea por fraude electoral u obtener amparos decididos por prevaricadores, el daño es muy fuerte. Se está en contra de la naturaleza. Ya lo dijo Heráclito, todo cambia, nada permanece.

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ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.