A CONTRALUZ

La obsesión que une a Jimmy con las mafias

|

¿Qué esfuerzos desarrolla la canciller Sandra Jovel para apoyar a los migrantes que enfrentan los embates del gobierno de Donald Trump? ¿Será que el reciente viaje de Jimmy Morales a Washington y la reunión que sostuvo con su homólogo estadounidense fueron para pedir respaldo para los connacionales? ¿Sabrá el presidente que los gobiernos de El Salvador y México tienen políticas para auxiliar a sus compatriotas, a diferencia del gobierno guatemalteco, que no tiene articulada una política de apoyo a los connacionales? En el caso de Belice, ¿entenderá la canciller que en menos de dos meses se efectuará una consulta y que el Ministerio de Relaciones Exteriores tampoco tiene una política definida al respecto?

Cualquiera que sea el tema que corresponda a la política exterior del país en la actualidad está supeditado a la obsesión del presidente Morales de echar al comisionado Iván Velásquez. No existe el más mínimo sentido común, mucho menos dignidad, como lo demostró el mandatario cuando fue a Washington a un desayuno con el único fin de ver si podía hablar con Trump. Se perdió la dignidad de su investidura presidencial que a ese nivel debía haber sido invitado oficialmente a la Casa Blanca o invitar a Trump a una visita oficial a Guatemala. Solo a él se le ocurrió ir como cualquier hijo de vecino a la espera de ser atendido por el presidente de EE. UU., para quien nuestros países son shithole (hoyos de porquería). El objetivo estaba claro: lograr que Washington retire su apoyo al comisionado de la Cicig, algo que, por cierto, Morales está lejos de alcanzar.

Tanto ese viaje como el anterior de Jovel a la ONU mostraron en esencia que la salida de Velásquez es el único punto de trascendencia de la política exterior del país y para lo cual usan fondos del Estado, o sea malgastan nuestros impuestos. El viernes pasado, la canciller mostró en toda su magnitud en el Congreso la tirria que le tienen al comisionado de la ONU. Jovel tachó a Velásquez de problema, dijo que vulnera los derechos humanos de los implicados en casos de corrupción y que las conferencias de prensa son shows mediáticos. Durante su comparecencia ante los diputados del Frente por la Transparencia, la canciller dejó claro que el gobierno se convirtió en el vocero de las mafias que han sido afectadas por la lucha contra la corrupción. Ya no hay diferencia entre el discurso de Jovel y el de Roxana Baldetti, Otto Pérez o Manuel Baldizón, entre otros.

Aquí no importan las penas que afrontan los migrantes en EE. UU. o la consulta sobre el reclamo territorial con Belice. No, hay una sola obsesión que se oficializó aquel domingo 27 de agosto, cuando el presidente apareció en un video para declarar no grato a Velásquez y exigir que abandonara el país. La enorme frustración que le causó la Corte de Constitucionalidad cuando falló en contra de esa disposición presidencial ha hecho que Jimmy Morales se una a las fuerzas más reaccionarias, entre ellas el alcalde capitalino, Álvaro Arzú, sobre quien pesa una petición de antejuicio por el caso Caja de Pandora.

Por más que patalee Jimmy Morales, en EE. UU. hay personas influyentes que no respaldan la política favorable a las mafias. Ese es el caso de ocho diputados integrantes del Subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental que dirigieron una misiva al presidente guatemalteco en la que, entre otros puntos, señalan que “las acciones encaminadas a desacreditar a la Cicig solo dificultan atraer más inversiones a Guatemala”. Los congresistas estadounidenses piden al gobernante guatemalteco que apoye los esfuerzos de la fiscal general, Thelma Aldana, y de Velásquez. Como se ve, el mandatario ha desgastado su imagen interna y externa en una batalla en la que él aparece ahora como el mayor obstáculo para la lucha contra la corrupción en el país.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.