PRESTO NON TROPPO

Las huellas de la migración y la cultura

Paulo Alvaradopresto_non_troppo@yahoo.com

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El traslado de una enorme cantidad de habitantes de la península ibérica hacia América durante el siglo XVI dejó profundas huellas en este continente, como es obvio. Lo que no resulta tan obvio es que se trató de una migración —una migración asaz peculiar. Impulsada fundamentalmente por necesidades e intereses materiales, esta migración se ha versionado históricamente como una “conquista” o, inclusive, como un encuentro y un proceso “civilizador”. En consecuencia, las explicaciones que contradicen esa versión son caracterizadas como una leyenda negra, sobre el supuesto que son injustamente desfavorables e infundadas.

Lo que ocurrió en realidad es bien conocido, aunque no sea bien reconocido. Los migrantes que venían de Europa trajeron los elementos de su cultura a los americanos, no la cultura misma; estos ya tenían la propia, como todos los pueblos del mundo. Más aún, no venían a compartir sus creencias y sus conocimientos, sino a imponerlos. La secuela fue la muerte de unos 75 millones de personas en la latitud que llegó a llamarse Hispanoamérica, aparte de la destrucción de incontables testimonios y productos culturales de los habitantes originarios de estas regiones.

Sin embargo, del choque y del inevitable sincretismo se derivan también otros efectos que hoy en día siguen demandando interés. Por ejemplo, hace justo un año y por gentil invitación del maestro Marco Barrios —director del II Festival de Música Antigua que se verificaba por estas fechas en 2017— tuve la grata ocasión de ofrecer una charla sobre una pequeña muestra en que está implicada la migración cultural en Guatemala: el Vocabulario Quiché. Fechado en 1726 y firmado por Thomas Calbo en San Sebastián Lemoa, este manual de conversación bilingüe salió del olvido y de la desatención gracias a la generosidad del antropólogo Arturo Duarte. Ahora ya son veinte años desde que junto con él nos cupo el agrado de dar a conocer en primicia este manuscrito… paleografía y transcripción de las partituras musicales incluidas en el texto; presentación en la ponencia ofrecida durante el Simposio Internacional de Musicología de 1998, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia; publicación en la revista de ciencias sociales Mesoamérica; registro fonográfico en disco compacto; divulgación en recitales, conciertos y conferencias.

A pesar de su aparente sencillez cuando se le compara con otras recopilaciones, el repertorio de Lemoa contribuye al entendimiento de las estrategias y los estilos de la música que se utilizó en reducciones, doctrinas y misiones de la América colonial como herramienta de penetración, evangelización y sometimiento de los pueblos indígenas. Así, casi tres siglos más tarde, funciona como un distante testigo de una realidad cercana. Lo modesto de sus dimensiones no le impide actuar como un símbolo de migraciones forzadas, tanto las del ser humano como las de los artefactos culturales que lo representan. De una aldea a orillas de una laguna del departamento de Quiché en el siglo XVIII, a una colección privada en la Ciudad de Guatemala en el siglo XX, a una universidad extranjera donde pasó la mitad de ese siglo en una caja junto con los “libros raros” de la biblioteca, antes de que pudiera recuperarse para la actualidad.

¿Qué nos dicen esos informantes del pasado? Quisiéramos pensar que vienen a hablarnos de un porvenir mejor. Al final de cuentas, ¿cuántas veces no habrá salido lo asentado en un libro de coro, o en una certificación de linaje, o en un título de tierra, precisamente de la mano de los antepasados de quienes hoy se ven forzados a migrar?

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