LA ERA DEL FAUNO

Lautréamont, Acuerdos y caos

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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El conflicto armado interno fue provocado por los aspectos ideológico, económico, político, étnico y religioso. En lo referente al aspecto ideológico, uno de los problemas a solucionar fue la militarización de la sociedad y del Estado. El aspecto económico se refería al uso y posesión de la tierra y al acceso igualitario a la educación; se pretendía terminar con la exclusión social, la marginación y la violencia generalizada.

En lo político, se buscó poner fin al autoritarismo, a los procesos antidemocráticos y las relaciones conflictivas Estado-sociedad. Asimismo, poner coto a la debilidad del estado en el cumplimiento de sus funciones. Sobre el aspecto étnico, se pretendió eliminar el racismo y respetar la expresión ideológica y cultural, así como extirpar el rechazo a la multiculturalidad. En lo religioso, se propuso respetar las costumbres de los pueblos indígenas y tolerar los nuevos modelos de religiosidad.

La anterior recapitulación no pretende resumir los Acuerdos de Paz, menos festejar esta fecha, sino realimentar cuáles eran las soluciones pacíficas acordadas al poner fin al enfrentamiento armado. Aquellas negociaciones culminaron con la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, el 29 de diciembre de 1996. Hoy, hace 20 años.

Los aspectos que originaron el conflicto armado interno y que condujeron a la firma de los Acuerdos no han sido solventados. Los gobiernos de turno han oscilado de la corrupción a la cobardía o se han bañado en ambas, también los guerrilleros que mutaron en políticos individualistas. Esos gobiernos, incluido el actual, que hubiesen podido dar cumplimiento a los Acuerdos, han servido para amamantar el poder de la trinca ejército, empresarios y políticos.

Una manera de manipular a la sociedad es abaratar el significado de sus procesos; eso también se logra prostituyendo el lenguaje. Hay palabras o conjunto de palabras que de tanto corromperlas adquieren carácter superficial. En este sentido, desgraciadamente, los actores tenebrosos han hecho su trabajo: han sembrado división, prostituido los significados y suprimido la educación para imponer la ignorancia. En vez del estudio de los Acuerdos, difunden ideas equivocadas tales como que son asunto del pasado, de resentidos o producto de la Guerra Fría “ya superada”. Es falso. Parafraseando a Brecht sobre la política, diré que el cumplimiento de los Acuerdos de Paz tiene que ver con el bienestar común, con la solución a los problemas de pobreza y falta de educación; con la migración, la inseguridad y la falta de desarrollo; tiene que ver con los problemas en los mercados, en las calles: con el día a día. Restar importancia a su significado es imponer otro, uno confuso. Acuden a esta reflexión las siguientes palabras de uno de los personajes más crueles de la literatura, el Conde de Lautréamont en Los Cantos de Maldoror: “He hecho un pacto con la prostitución para sembrar el desorden entre las familias”.

En este caso, prostituir los términos sirve para deformar su significado (sembrar caos) en la sociedad (familias). Se nutre así el desorden ideológico, económico, político, étnico y religioso. ¿Qué significan los Acuerdos de Paz? La respuesta de muchos puede que sea, lamentablemente reducida, la que dictan quienes pretenden manipular los contenidos.

De Lautréamont, decía Rubén Darío que era un loco, un poseso, un ser “martirizado por Satanás”, y aconsejaba: “No sería prudente a los espíritus jóvenes conversar mucho con ese hombre espectral (…) Hay un juicioso consejo de la Kabala: ´No hay que jugar al espectro, porque se llega a serlo´”.

@juanlemus9

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