SI ME PERMITE

Los mojones en la historia son para marcar metas

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“Todos necesitamos metas poderosas a largo plazo para ayudarnos a superar los obstáculos de corto plazo”. Jim Rohn

Las diferentes fechas de conmemoración y de celebración que nuestro calendario marca específicamente para nosotros tienen gran importancia, si es que en todo lo que hacemos nos ayudan a reflexionar y entender por qué se recuerdan y lo que en ese día se alcanzó, aun cuando nosotros no estábamos allí, por lo que hoy tenemos sus beneficios y que sin lugar a dudas no los podemos pasar por alto.

Los logros del pasado que la historia registra deben tomarse en cuenta y nos tienen que marcar nuevos horizontes, los que hoy están haciendo la coyuntura entre el pasado que nos pertenece y el futuro que nos desafía para que el avance no sea simplemente un transcurrir del tiempo, sino un escalar de logros que los que vendrán lo podrán apreciar y también disfrutar.

Siempre que hay una celebración, hay un detenerse que nos enseña la modalidad, que debemos recordar los acontecimientos y evaluarlos no para emitir juicios sino que la evaluación esté en lo que tenemos y estamos haciendo porque al transcurrir el tiempo posiblemente lo de hoy será algo para recordar si lo hicimos correctamente a pesar de las limitaciones o bien si teniendo todos los medios y recursos no hicimos lo que nos correspondía, por lo cual la historia nos juzgará.

La historia que conocemos es porque nuestros mayores y maestros nos la han repetido con claridad y sentido patriótico, y muchas veces, claro, al compartirlas debemos entender que nos comprometen por sus logros y no tanto por los elementos que contienen para poderlas describir. A la verdad, nadie tiene con lujo de detalle lo que en el pasado se ha logrado; lo que tenemos es aquello que por su importancia ha transcendido y aporta elementos que en nuestro presente tienen sentido y que podemos disfrutar.

Hay mucha pobreza en nosotros si las celebraciones simplemente son fechas en las cuales interrumpimos la cotidianidad para ocuparnos en otras cosas. Lo correcto es que interrumpamos aquello que habitualmente hacemos para realimentar al menos nuestra identidad, que siempre tiene la necesidad de reubicarse y afirmarse para que lo que decimos que somos no sea una retórica, sino una realidad percibida por aquellos que comparten la vida con nosotros.

No es difícil entender que cuando uno deja su patria y está en tierra extraña, fácilmente lo identifican por el acento que tiene al hablar o por el tipo de comidas que escoge, pero sería mucho más valioso si nos distinguen porque tenemos interés de lo que pasa en nuestra patria y preguntándonos en qué manera podemos ser facilitadores para que los nuestros y nuestra tierra siga mejorando.

Si la historia que nos pertenece y sus celebraciones que conmemoramos con mucho o poco entusiasmo no generan en nosotros un empuje a una verdadera identidad y sentido de pertenencia, esta fácilmente se va apagando al extremo que como ciudadanos de esa tierra lo mismo da que estemos vivos o muertos.

Circunstancias ajenas a nuestra voluntad nos pueden tener lejos o cerca de nuestra tierra, pero la actitud patriótica nos tiene que centrar en las metas que no simplemente gratifiquen nuestras propias necesidades, sino la de todos los que pertenecen a la patria que es la nuestra.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.