PLUMA INVITADA

Los nuevos fariseos se enfrentan

César Augusto Sagastume

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Después de las muestras cívicas dadas por el pueblo cuando se descubrió que los grandes de la política, los empresarios y los que ostentan las fuerzas armadas, sinónimo de poderosos que mantienen el concepto de la dicotomía opresores-oprimidos, de  colonos-colonizados, dominantes-dominados, explotador-explotado, como siempre aspirando aparentar ante el pueblo con discursos llenos de verborreas farsantes ser honestos y transparentes, pero con actitudes perversas, como aquellos fariseos de la época del gran maestro, manejando a su antojo la ignorancia del pueblo para evitar que este tome acciones de reflexión y   conciencia para analizar la falta de congruencia entre lo que dicen y lo que hacen, ¡Qué farsantes!

Luego de celebra el 197 aniversario de haber logrado la “independencia”, cuestionada desde sus inicios por la honestidad y transparencia de la mayoría de sus actores, que con dádivas y mentiras escondieron la verdad; atendiendo como siempre los beneficios personales y las componendas de grupos minoritarios, como suele suceder en este torbellino de pasiones perversas en que nos encontramos en la actualidad, los actores de hoy siguen con las mismas directrices, negando el bienestar de todos, eclipsando la convivencia pacífica, como lo demanda el maestro de maestros, cuando entre sus mandamientos señala con vehemencia ¡No levantar falsos testimonios! ¡No mentir! ¡No matar! y es en lo primero en que fallan.

El Ejecutivo ha perdido el compromiso de estadista para dirigir la Nación para enarbolar el estandarte de bienestar del pueblo, trabajar por la paz, administrar los recursos del Estado, dar oportunidad de empleo, combatir la desnutrición, analfabetismo y pobreza, suministrar con calidad servicios de salud y educación de calidad; promover la producción y mejorar los ingresos económicos para darles bienestar a todos. Con el enfrentamiento entre instituciones pierde el tiempo, haciéndose señalamientos unos a otros, haciéndole creer al pueblo que un grupo es mejor que otro, pero el soberano no ignora que ambos son los tiranos, corruptos y los más enfermos de cleptomanía para exprimir y explotar al pueblo, desconociendo a qué clase de fariseos pertenecen, ya que han elevado a la ene sus potencialidades para abusar de las bondades del pueblo, que indirectamente convierten en esclavo.

Cuando estamos encaminados a terminar las primeras dos décadas del siglo XXI, el género humano tiene el compromiso de comprender las doctrinas sagradas y seguir los lineamientos que el buen maestro nos dejó como legado insoslayable del comportamiento humano, que los malos ignoran. Es momento de reflexión para armonizar el pensamiento de los hombres, para escoger el camino correcto. Los que dirigen las naciones, los gobernantes, deben hacer mérito de sus funciones, respetarse mutuamente, ser ejemplo del pueblo; deben terminar con la voracidad de enriquecimiento que les apasiona.

Deben aprender a vivir en un mundo democrático en el que todos se respeten, atiendan sus leyes y eviten perder el tiempo en endilgarse las bondades que dicen practicar, pero no las concretas; dejen de aparentar ser buenos, cuando tienen el corazón y el alma llenos de veneno y maldad que no mata a uno, sino que extermina a toda una generación, constituyendo un pecado de lesa humanidad.

¡Ya basta, fariseos! Recuerden que la política es para ayudar al pueblo, no para sangrarlo y masacrarlo. Después de la firma de la paz, monseñor Juan Gerardi escribió: “Guatemala, nunca más”. ¡Los errores de los gobernantes perduran en la historia de la patria y esta lección No debe repetirse!

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