PRESTO NON TROPPO

¿Más marchas? ¿O más poemas?

Paulo Alvaradopresto_non_troppo@yahoo.com

|

Hay personas que se molestan cuando se pone en evidencia el despropósito de las marchas de septiembre en las que se imitan prácticas y ejercicios castrenses. Entre otras cosas, su alegato es que dichos despliegues no van a provocar que los escolares se vuelvan milicianos más adelante. Tienen razón. Enfrascarse en una carrera militar depende de condiciones socioeconómicas, influencias y orientaciones familiares (explícitas o implícitas) aparte que, desde el siglo XIX, pertenecer al ejército en nuestro país incluso se ha visualizado como cuestión de estatus y una conveniente sinecura. Lamentablemente, lo que se pasa por alto es el efecto normalizador que en la sociedad civil tiene la aceptación pasiva, sin juicio crítico y sin cuestionamiento, de un estado de guerra constante. Así, a muchos les parece tan normal que los estudiantes desperdicien su tiempo en maniobras inútiles y sin valor formativo ni artístico, como que subsistan fuerzas armadas que no solamente se han entrometido siempre en lo que no les incumbe, sino que constituyen un criminal y costosísimo drenaje de los recursos de la nación. No se puede justificar que haya desfiles el 15 de septiembre, porque tampoco se puede justificar que haya un ejército en el país.

En ese contexto, qué contraste el que brinda una actividad tal como la celebración del Día Internacional de la Mujer Indígena, este mismo mes. Instituida el 5 de septiembre de 1983, la conmemoración evoca la cruenta muerte de la aymara peruana Bartolina Sisa, torturada, asesinada y descuartizada por los soldados de su época —dos siglos antes— y exhibido públicamente su cadáver para escarmiento de cuantos quisieran seguir su ejemplo. Todo, a causa de uno de los delitos que más asustan al tirano y al explotador: la lucha por la libertad.

Sencillo, aunque significativo, el acto de hace once días en la plaza central de la capital no puede haber inquietado a ningún oficial de la denominada seguridad pública. Sin embargo, escuchar la oratoria de Ingrid Gamboa, Ixkik Poz Salanic e Iris Ren Canil, fue prestarle oídos al futuro. El evento no produjo el alboroto ni tenía el tamaño de una manifestación masiva. Sin embargo, los poemas de Negma Janetth Coy y las canciones de Ch’umilkaj Nicho tenían sabor a porvenir. El sol de la tarde obligaba a entrecerrar los ojos. Sin embargo, las fotografías y las piezas pintadas incitaban a abrirlos y a pensar en un mañana. En el arte, futuro, porvenir y mañana ya existen, porque una de las virtudes del arte es que no necesita gran sofisticación para trazar un camino. Basta la palabra hablada o escrita, o una guitarra, o un pincel. Le es ajena la tecnología necesaria para fabricar fusiles de asalto y, no obstante, infunde pánico al coronel y al general porque el futuro y el porvenir y el mañana espantan a quienes viven de la muerte de otros.

Por eso, el gobernante no necesita a un bufón de la corte; él mismo lo encarna, con discursos cuyo aturdimiento e insensatez esconden las macabras intenciones de los marionetistas que lo hacen gesticular y extraviar la mirada. Por eso, los marionetistas no quieren saber de movimientos indígenas, y menos si son liderados por mujeres. Por eso, en lugar de marchar inconscientes al compás de un redoblante y una corneta de guerra, esas mujeres hacen suyas la poesía, la música y la pintura. Por eso, poesía, música y pintura no son materias sustantivas en el currículo escolar y cada vez se les asigna menos tiempo, a fin de que el alumnado lo malgaste marchando a la orden de sargentos improvisados. Y por eso, aunque los alumnos no terminen como militares, sí terminarán pagando sus salarios, sus propiedades y sus privilegios.

presto_non_troppo@yahoo.com

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: