EDITORIAL

Nueva bofetada al transfuguismo

El descaro con el que han actuado los diputados para cambiar vestimenta partidaria las veces que les da la gana o, mejor dicho, antes y después de cada evento electoral, recibió un rotundo revés de los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, quienes por unanimidad ampararon a Acción Ciudadana para castigar el transfuguismo.

Por lo menos diez diputados que presiden comisiones o son jefes de bancada deberán dejar esos cargos, pues a partir de los cambios en la Ley Orgánica del Congreso efectuados en el 2016 ningún legislador podrá liderar comisiones si abandona el partido por el cual fue electo, lo cual aplica a un elevado número de parlamentarios.

Esa vergonzosa práctica había sido habitual en las últimas legislaturas, porque muchos legisladores optaban por traicionar a sus votantes con el único interés de buscar prebendas con el partido en el poder, como ocurre ahora, y en otros casos, cuando llegaba el momento de las elecciones y las agrupaciones por las que habían llegado al Congreso habían perdido toda viabilidad.

Un alto número de integrantes de este Congreso están en situación parecida y muchos incluso quedaron a la deriva ante la desaparición de los partidos por los cuales fueron electos, como ocurrió con los representantes de Líder y Patriota, desterrados por ley del escenario político y sus integrantes debieron buscar refugio en la agrupación con más posibilidades de repartir favores.

Esa bochornosa actitud sirvió a varios caciques de la política para brincar de partido en partido durante los últimos 20 años, en una perversa connivencia que solo ha acrecentado la corruptela, el abuso de poder y el uso irresponsable de los aportes de los contribuyentes.

Las enmiendas a la ley de régimen interior del 2016 intentaban frenar en parte el desvergonzado transfuguismo, cuyo principal objetivo es garantizar repudiables beneficios para los diputados, lo que no constituye ninguna ventaja para los representados ni para el sistema político.

Por eso, ante la inminencia de las próximas elecciones generales, muchos han entrado en pánico y buscan modificar de nuevo esa normativa interna, para poder trasmutar a las siguientes agrupaciones políticas que tengan alguna posibilidad de éxito en esos comicios.

Quizá sea tarde e inútil el esfuerzo, porque por lo menos los diez sancionados ahora por el fallo de la CC deben volver a la llanura parlamentaria y la única posibilidad que les queda es intentar empeñar ese cargo con quienes no tengan impedimento para asumir las vacantes, porque la orden de la CC es tajante: el Congreso debe elegir en los próximos cinco días a los sustitutos entre aquellos que no tengan impedimento legal.

Por más que algunos diputados se obstinen en querer ver el transfuguismo como algo normal, deben tener claro que no es así, y que Guatemala es el único país donde esa vergonzosa costumbre rebasa toda lógica, porque tampoco existe una sólida cultura partidaria y ni siquiera se podría hablar de políticos en el estricto sentido del término, sino más bien de mercaderes de la politiquería, a quienes les asusta que cese la posibilidad de prebendas.

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