EDITORIAL

Otro ejemplo de imprudencia

El presidente Jimmy Morales ha dado una nueva muestra de inmadurez e inexperiencia al anunciar de manera casi subrepticia la decisión de su gobierno de trasladar la embajada de Guatemala en Tel Aviv hacia Jerusalén, una medida que emula la anunciada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado 6 de diciembre.

La apresurada decisión de esta administración se suma a otras evidencias de falta de pericia en la conducción pública, porque antes hubo otros gobiernos que sopesaron la misma medida y con equipos experimentados de enorme trayectoria —los cuales no resisten la más mínima comparación con quienes hoy dirigen las relaciones de Guatemala con el mundo— se resistieron ante las controversiales repercusiones.

Guatemala se ha caracterizado por tener históricas relaciones con Israel, y eso ha sido así desde la misma creación de ese Estado, en 1947, cuando el voto de nuestro país fue decisivo para la creación de una patria israelí. Pero eso es muy diferente a la decisión que tomó el presidente Morales, porque está rodeada de mayor polémica.

Ni siquiera están plenamente claros los intereses que movieron a Estados Unidos en su decisión de trasladar su embajada a Jerusalén, ante lo cual la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió un voto mayoritario de rechazo, que las autoridades guatemaltecas no quieren interpretar y de manera poco meditada dan un paso que traerá consecuencias.

Resulta indiscutible que todavía no era el momento para dar un paso tan trascendental como el que ha dado el presidente Morales, y mucho más penoso resulta que antes de ello su mayor argumento había sido respaldar la votación junto a Estados Unidos en contra de 128 países, de 193, que en la Asamblea de la ONU rechazaron la decisión estadounidense y demandaron dar marcha atrás al respecto.

La diplomacia guatemalteca ni siquiera fue capaz de dar lectura adecuada al hecho de que su voto solidario con Estados Unidos estuvo acuerpado por otras naciones de poco peso, como Honduras, Nauru, Palaos, Togo, Micronesia y las Islas Marshall. Pero todavía más delicado es que previo a esa votación los diplomáticos estadounidenses habían advertido de que tomarían nota de quienes votaran en su contra, en una clara amenaza de condicionar la ayuda.

No debe pasar inadvertido el hecho de haberse publicado el anuncio el pasado 24 por la tarde, pues evidencia el nivel de estulticia con la que se conduce esta gestión. Fue clara la intención, como ha ocurrido con los últimos gobiernos cuando tratan de ocultar importantes hechos a la población, de que se buscaba dar una noticia de tanta trascendencia en un día y horario en que no tuviera mayor impacto, sin reparar en que tal anuncio dará de qué hablar durante semanas y quizá años.

El Gobierno no debió dar este paso de manera tan apresurada, y en cambio esperar la evolución de los acontecimientos, antes de anunciar una medida que hace al país más vulnerable ante la comunidad árabe. Quizá más preocupante es que Guatemala está haciendo lo contrario para fortalecer el proceso de paz en esa convulsa región del Medio Oriente.

ESCRITO POR: