SI ME PERMITE

Otros siempre valoran más a mis hijos

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Prudente padre es el que conoce a su hijo”. William Shakespeare
Aparte de la responsabilidad que los padres tienen por sus hijos por el simple hecho de la pertenencia la cual no está sujeta a explicaciones, hay un elemento que no se puede negar, este es el concepto de aprecio que se tiene hacia nuestros hijos, por ello es lo más normal todo el sacrificio y esfuerzo que se hace por ellos para sacarlos adelante.
 

Aparte de la responsabilidad que los padres tienen por sus hijos por el simple hecho de la pertenencia la cual no está sujeta a explicaciones, hay un elemento que no se puede negar, este es el concepto de aprecio que se tiene hacia nuestros hijos, por ello es lo más normal todo el sacrificio y esfuerzo que se hace por ellos para sacarlos adelante.

Ahora no es extraño, aunque si es lamentable, cuando la gente que nos rodea se toma la libertad para hacer algún comentario en el cual destacan alguna habilidad manifiesta o cualidad en nuestros hijos y cuando los propios padres en su rostro simplemente describen cierta extrañeza y algo de incredulidad, como si no los conocieran o se tratase de algún desconocido.

A la verdad cuando convivimos muy de cerca con los nuestros no percibimos las grandes cualidades que tienen o bien lo que son capaces de alcanzar. Porque el elemento de valoración es algo que está en nuestro ser y se expresa sin tener que detenernos para comparar o simplemente tener que observar. Esto no tiene nada que ver con lo que decimos o el modo que nos tratamos es simplemente asunto de valoración.

Porque cuando valoramos a alguien lo integramos en lo que hacemos dándole y demostrándole un valor y no simplemente lo usamos para sacarle provecho o lo aprovechamos para cubrir una necesidad. La diferencia está en la integración, esto es asunto de valoración y la gratificación que se tiene cuando alguien nos acompaña o bien se ocupa con nosotros.

No necesitamos decir algo en particular para que la persona que está con nosotros se sienta valorada o apreciada, si bien esto ayuda debemos relacionarnos de tal modo que llegue a ser simplemente un asunto que se pueda percibir en la actitud con la que se le acepta y lo demás sea asunto de rutina, de relaciones interpersonales y convivencia que se armoniza por el simple aprecio.

Es usual que muchos de nuestros hijos pueden pasar más tiempo con otros que con nosotros y además colaborar o hacer cosas que estando en la casa no las hacen, esto es simplemente en el asunto de aceptación que se corresponde con una relación que genera una gratificación que no está al discurso o a las palabras bonitas que podemos decir.

Es muy interesante observar que otros se toman el tiempo de hacer comentarios sin que se les pregunte, estos comentarios vienen de aquellos que conocen a nuestros hijos, además cuando se les escucha se pregunta uno cuándo y cómo fue que estas personas percibieron lo que sienten, saben o al menos creen saber de nuestros hijos.

Esta puede ser una realidad aun cuando pasa el tiempo y nuestros hijos van creciendo y por lo mismo emprenden nuevos horizontes para cristalizar los sueños que han tenido, y sorprendentemente escalan logros que los suyos nunca pensaron que podían hacerlo y mucho menos lo percibieron para poder animarlos y encaminarlos en el camino.

Es bueno que los padres hagan la tarea en el inicio de la vida de sus hijos para poder aceptarlos y luego visualizar los alcances que pueden tener para que de ese modo sean elementos solidarios en los logros los cuales llegan a capitalizarse en el resto de la vida, de los cuales los más orgullosos son los mismos padres.

Evitemos ser agentes sorprendidos cuando otros están admirando a nuestros hijos, es importante que los conozcamos nosotros antes que nadie. Que sepamos de que son capaces.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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