CATALEJO

Parientes y viajes

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DENTRO DE LAS ACCIONES de este gobierno causantes de una mezcla de asombro y preocupación, porque demuestran desconocimiento de reglas, se encuentran quiénes participan en los viajes oficiales, en especial aquellos derivados de invitaciones de países amigos. Son actos institucionales, y por ello es al cargo a quien se agasaja o invita, no a la persona. Esto ha sido así siempre y debe mantenerse en esa forma. Son viajes muy cortos, en los cuales el tiempo es aprovechado al máximo y esto provoca cansancio. No son periplos de placer y deben ser considerados como lo son: parte de las obligaciones del cargo y se necesita mucha resistencia para soportarlos.

SEGÚN LAS REGLAS de protocolo, no es bien visto alargar el tiempo de estadía para hacer turismo personal. Tampoco lo es llegar acompañado de familiares, aunque sus gastos —por supuesto— sean cubiertos por el invitado o por ellos. La razón es simple: este tipo de visitas provocan aumento de las actividades de los servicios de seguridad, o por razones de protocolo obligar a actividades no contempladas. Serrano Elías llegó una vez a Madrid con sus dos hijas y ello obligó a las infantas a atenderlas y romper su apretada agenda. Por eso, los viajes de las familias de los invitados a actos oficiales extranjeros no deben coincidir con estos. Lo creo muy lógico.

LA PRESENCIA EN ISRAEL de un hijo menor de edad y de la mamá del presidente, en pocas palabras no estuvo bien. Fue una equivocación. Por otra parte, provocó nuevamente la necesidad de salir a aclarar, como consecuencia de la ola de críticas recibidas por las redes sociales. En el caso de invitaciones realizadas a particulares por instituciones internacionales, si éstas lo permiten, es posible la presencia de familiares. Si el mandatario no fue informado por la cancillería, es malo. Si lo fue y decidió no atender las indicaciones, peor aún. Ojalá este tipo de situaciones no se vuelvan a presentar, por el bien de la imagen del país, representada en el presidente.

Caos en La Aurora
SALIR DE VIAJE VÍA AÉREA es ahora una prueba de paciencia para quienes utilizan el Aeropuerto Internacional La Aurora. Las líneas aéreas sugieren estar dos horas antes de la salida. Pero a causa de las medidas de seguridad —explicables y necesarias— realizadas dentro de la más lamentable de las incapacidades, las colas para pasar los aparatos de revisión de equipajes, provocan hasta otras dos horas de espera. En otras palabras, para tomar un avión cuyo vuelo está programado para salir a las seis de la mañana, los pasajeros deberían estar a las dos. Este tiempo aún se puede ampliar si el vuelo sale durante el día, cuando el tránsito de vehículos provoca otro caos en las calles. 
 
POR RAZONES DE planificación para la toma de vuelos con conexiones, las primeras horas matutinas concentran un alto porcentaje salidas. Lo contrario ocurre al final de la tarde y principios de la noche, cuando aterrizar los aviones cuyo     vuelo de regreso está programado para la mañana siguiente. Esto provoca una aglomeración de personas y la única manera de solucionar las largas esperas es poner en servicio a más personal y más aparatos de control, para acelerar el tiempo. Pero solo hay dos. De esa manera, la revisión no puede evitar ser menos cuidadosa, con lo cual aumentan enormemente las posibilidades de convertirla en un ejercicio inútil.     
 
   ES DIFICIL COMPRENDER e imposible aceptar el descuido, desinterés y poca conciencia de las autoridades relacionadas con el aeropuerto, aumentados en el último par de años. El aeropuerto constituye la primera impresión del país para los visitantes extranjeros, y por  ello los baños fuera de servicio y la falta de aire acondicionado ya no son detalles molestos, sino pruebas de subdesarrollo nacional. El vetusto sistema de entrega de equipajes es otra fuente de serias molestias. Hace poco se conoció de  la actual posibilidad de La Aurora de bajar de categoría internacional, algo grave porque en algunos casos implicará la suspensión del servicio de líneas aéreas.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.