BIEN PÚBLICO

Principales mitos fiscales

Jonathan Menkos Zeissigjmenkos@gmail.com

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Hace algunos días tuve la oportunidad de participar en Paraíso Desigual, iniciativa de varias organizaciones y personas, puesta en marcha con el fin de reflexionar sobre la desigualdad social en Guatemala y las herramientas para mitigarla. Como en todo el mundo, uno de los principales instrumentos para este fin es la política fiscal. Sin embargo, pronto salen a luz muchos mitos que se repiten constantemente y se remachan tanto que al final parecen ser verdades absolutas o dogmas incuestionables. Aquí algunos mitos y su realidad.

El primer mito dice que “somos muy pocos los que pagamos impuestos”. De acuerdo con información oficial, en 2013 había 689,852 contribuyentes efectivos, es decir que pagaban algún impuesto. Lo malo de esta estadística es que esconde a cerca de 2.5 millones de contribuyentes también efectivos. Hay 500 mil empleados en relación de dependencia y pequeños negocios que pagan su impuesto sobre la renta por medio de retención, pero la estadística oficial solo toma en cuenta al agente retenedor. De igual forma, en los impuestos indirectos —al valor agregado, a los combustibles o a la distribución de bebidas— solo aparecen como contribuyentes los agentes que cobran el impuesto y emiten la factura, y no los dos millones de personas que en realidad lo pagan de su bolsillo.

El segundo refiere que “el aumento de base —número de contribuyentes— es la mejor medida para incrementar los impuestos”. En Guatemala, según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2014 (Encovi 2014), hay un 5% de población que se queda con el 20% del ingreso total que se genera en el país. Sería más eficiente y ético comenzar por cobrar bien a este selecto y privilegiado grupo de ciudadanos y a las empresas. Para ampliar la base, primero hay que distribuir más equitativamente la riqueza, pues el ingreso promedio mensual de los trabajadores está entre Q341 y Q5,082.

El tercer mito dice que “las empresas en Guatemala pagan más impuesto sobre la renta (ISR) que en el resto de América Latina”. En Guatemala, de cada quetzal de ganancias que conseguía una empresa, destinaba 7 centavos en promedio a pagar el ISR (7.2%). De acuerdo con el estudio Estimación de la carga tributaria efectiva sobre la inversión en América Latina, elaborado por el Centro Interamericano de Administraciones Tributarias, en la región solo Venezuela y República Dominicana reportaban un indicador menor. El promedio regional era de 10.8%.

El cuarto dice así: “Todo el dinero se lo roban”. En un estudio realizado por Oxfam e Icefi se advertía que en 2015 bien pudieron perderse Q4 millardos de quetzales como fruto de la corrupción. Sin embargo y afortunadamente no todo se lo roban, pues déjeme contarle que el 79% de las personas que estudian en este país, desde la preprimaria hasta su doctorado, es decir unos 4.5 millones de guatemaltecos, lo hacen en escuelas, institutos y en la universidad pública. De acuerdo también con la Encovi 2014, más de la mitad de los partos son atendidos por el sector público. ¿Ha disfrutado usted o algún familiar o amigo de estos bienes públicos? Están más cerca de nosotros de lo que pensamos.

El mito más famoso: “no es buen momento para hacer una reforma fiscal”. La política fiscal, como la sociedad, es algo que siempre estará en construcción y debe ir ajustándose a los intereses colectivos de bienestar y desarrollo. Hoy el presupuesto público (ingresos y gastos) de Guatemala está entre los tres más pequeños del mundo. ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo? Una de injusticias, sacrificios e ingobernabilidad.

¿Qué otro mito se le viene a la mente?

jmenkos@gmail.com

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