CATALEJO

Reflexiones sobre el presupuesto 2018

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Nadie niega el poco conocimiento de la población acerca de la forma como se trabaja en el Congreso, así como del total desinterés de los diputados y de todos los gobiernos por informarlo debidamente. Pero cuando ocurre lo sucedido en el actual parlamento al respecto del presupuesto del año entrante, es necesario cambiar esa actitud popular, porque —en el fondo— lo más cómodo es esconderse en verdades como la irresponsabilidad abrumadoramente mayoritaria rampante    los diputados. De ellos, los cálculos más optimistas apenas un cinco o siete por ciento, como máximo, tratan de hacer algún trabajo y de dejar cierta huella, pero el 93 o 95% restantes justifican plenitud el absoluto desprestigio de ese hoy secuestrado alto organismo estatal.

Entre las comisiones existe una llamada Comisión de Finanzas del Congreso, título intencionalmente oscuro, porque en la realidad no se trata del dinero otorgado al parlamento, sino al país. Es engañoso: debería llamarse Comisión de Finanzas Nacionales, por ejemplo, y esa treta provoca una actitud igualmente fraudulenta, aunque legal: el interés de un determinado partido por el control de este grupo, porque es la llave de cómo, dónde y a quién se repartirá el dinero. En resumen, no es exagerado considerarlo uno de los manantiales más claros de la corrupción. La Unidad Nacional de la Esperanza, es decir Sandra Torres, y el “partido” Líder, o sea Baldizón, se han asegurado mañosamente de controlarla. Y lo siguen haciendo.

Desde hace varias semanas, el “partido” FCN-Nación, seguramente a instancias del presidente, comenzó la lucha por obtener apoyo para el nuevo presupuesto, pero el heraldo Javier Hernández, en su obsesión por presidir el legislativo como un paso previo a ser el ungido oficial para las próximas elecciones, tuvo la torpeza de mezclar el apoyo al presupuesto con una actitud similar en la integración de la directiva, cuyo período comenzará dentro de 42 días. El fracaso de la votación no debe verse sólo como una nueva derrota para el inepto oficialismo, sino como una victoria para quienes se benefician abierta o de determinadas maneras del resultado de no aprobar un presupuesto nuevo, es decir, mantener el actual durante otro año.

Es importante entonces conocer el presupuesto enterrado, pero especialmente fijarse en los cambios especificados acerca del uso de determinados fondos. Un ejemplo, entre muchos y variados, son las organizaciones no gubernamentales, guatemaltecas como extrajeras, pues muchas de ellas reciben —y han obtenido por muchos años— dinero estatal guatemalteco para la realización de sus actividades. En la actualidad, el concepto de oenegé, por esencia “no gubernativo”, se ha convertido en una organización motivada políticamente, como es el caso de las entidades creadas por diputados, o ideológicamente, como ocurre con muchas de las provenientes y financiadas en Europa, en general, pero especialmente en toda la nórdica Escandinavia.

Debe realizarse una “autopsia política”, al presupuesto no aprobado y al mismo tiempo una “tomografía” al mantenido, para conocer el sobrepeso en algunas áreas, pero especialmente dónde se encuentran los tumores, muchos. Todo esto adquiere particular importancia porque dentro de un poco más de un año comenzará la lucha politiquera para la victoria electoral de las próximas elecciones, cuya primera vuelta se encuentra a 20 o 21 meses de distancia. Parece mucho tiempo, pero no es así. Jimmy Morales ya lleva 23. Una de las más efectivas formas de poner cortapisas a los eternos aprovechados de la política, es exigir el conocimiento general de las tareas y atribuciones de las entidades del Estado, así de por qué siempre se cumple el adagio de “piensa mal, y acertarás”.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.