ESCENARIO DE VIDA

¡Si quiere a Guatemala, vaya a votar mañana!

Cuando era pequeña, me enseñaron en el colegio que el mapa de Guatemala —aunque tenía unas líneas punteadas dividiendo a Belice—, este seguía siendo territorio guatemalteco. Aprendí a dibujar nuestro mapa de memoria, y hasta la fecha me es imposible   dibujarlo sin Belice.

La Consulta Popular sobre el Diferendo Territorial tiene como objetivo terminar con una disputa que ha durado más de 200 años. Cualquier reclamo que tenga Guatemala sobre Belice sobre territorio peninsular o continental y sobre las áreas marítimas debe ser sometido a la Corte Interamericana de Justicia, para que finalmente podamos delimitar nuestras fronteras. Sin embargo, si uno de los dos países no resuelve por la vía de esta consulta, esta quedará sin efecto jurídico, por lo que una oportunidad así no es de desperdiciarse.

Por los años de 1783 y 1786 surgieron los primeros acuerdos entre la Corona de España y la Corona Británica, permitiendo a los británicos utilizar el territorio de Belice. En esos tiempos, los españoles sacaban oro de Guatemala para llevarlo a España, pero los piratas ingleses atacaban a las embarcaciones para llevarse el codiciado tesoro. Para librarse de los piratas, España concedió permiso a los ingleses y les cedió el territorio para corte y extracción de madera, pero prohibía construcciones permanentes. Aprovechando que estábamos ocupados con lograr nuestra independencia de España, los ingleses siguieron avanzando por el río Sibún hasta el río Sarstún.

Tras obtener la independencia, España cedió los títulos de propiedad del territorio beliceño a Guatemala. Pero allí no terminaba el asunto. México quería también reclamar Petén y los ingleses seguían avanzando por Izabal. Es cuando Guatemala se vio obligada a establecer fronteras con sus vecinos y firmó el Tratado Aycinena-Wyke. Así cedió el territorio a los ingleses, obteniendo como compensación la construcción de una vía que comunicaría a la Ciudad de Guatemala con el mar Atlántico, pero no se cumplió. De tal manera que el Congreso declaró nulo el acuerdo.

Durante la época del general Lucas García, los ingleses comunicaron su intención de reconocer la independencia de Belice. Para que estuviésemos conformes, y como premio de consolación, nos ofrecieron el Distrito de Toledo, habitado por la etnia q'eqchí/kekchi. Sin embargo, no aceptamos, ya que era tan solo una porción de lo ocupado. Sin importar nuestros legítimos reclamos, los ingleses otorgaron la independencia unilateral a Belice.

En la ONU, prácticamente todos —a excepción de Argentina— reconocieron la independencia de Belice y parecía un caso cerrado. Al retomar las negociaciones, el presidente Vinicio Cerezo abogó arduamente por nuestro territorio, pero no lo logró. Después, el presidente Jorge Serrano Elías reconoció como Estado Independiente a Belice, con la autodeterminación del pueblo beliceño a ser beliceño, pero tampoco cedió el territorio y siguió reconociéndose como legítimamente guatemalteco. Finalmente se hizo la Línea de Adyacencia, pero tampoco funcionó, pues allí han perdido la vida guatemaltecos, por no tener certeza jurídica.

El conflicto seguirá hasta que un tercero decida, y ese tercero es la Corte Internacional de Justicia. La Consulta no pretenderá recuperar el territorio, ni cederlo, pero nos servirá para que el órgano encargado de resolver el conflicto territorial tome la decisión.

Después de tanto conflicto, y acuerdos truncados, ya es hora de que, como guatemaltecos dignos y respetuosos de nuestro territorio, nos vayamos a las urnas a votar por un “SI” rotundo, pues la patria nos llama. ¡No se quede en casa!

vidanicol@gmail.com

ESCRITO POR: