PUNTO DE VISTA

Soberbia idiotez en Venezuela

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Mario Vargas Llosa, en su reciente y muy recomendable libro de ensayos La llamada de la tribu, hace un interesante análisis de los pensadores que más influyeron  en su formación intelectual. Algunos de ellos como Karl Popper, Isaiah Berlin  y Raymond Aron también influyeron marcadamente en mi propia formación, agregándole algunos otros, como Jacques Maritain, Ernesto Sábato, Octavio Paz y  Albert Camus. En la evolución ideológica de Vargas Llosa del marxismo al liberalismo, revisada anteriormente en sus libros De Sartre a Camus y en El pez en el agua, se encuentran temas muy parecidos que también influyeron en otros autores como Arthur Koestler, George Orwell  y el mismo Octavio Paz,  que se alejaron de su  marxismo-leninismo juvenil. Todos estos pensadores y en particular Karl Popper, en su magistral  La sociedad abierta y sus enemigos, subrayan la idiotez y al mismo tiempo la enorme carga destructiva que están implícitas en  la creencia de conocer  el rumbo de la historia humana. Pensar que es posible la construcción del paraíso en la tierra fue la justificación moral e intelectual del comunismo, trágica ilusión y pavoroso fracaso histórico, que produjo la terrible estadística de 65 millones de muertos en China, 20 millones en la URSS, dos millones en Camboya, dos millones en Corea del Norte, un millón en Vietnam, un millón en Europa Oriental, un millón en África y 150.000 en América Latina (S. Courtois et alia, El libro negro del comunismo, Madrid, Planeta 1998, pp 15-46).  La soberbia de creer que se conoce la verdad absoluta en la tierra y sobre todo la manera de implantar la sociedad perfecta es sumamente peligrosa. El filósofo político británico Michael Oakeshott subraya los desvíos de esta soberbia racionalista y  en su obra La política de la fe y la política del escepticismo hace una excelente defensa de la política del ensayo y el error.  Gobernar no tiene como objetivo ni la perfección humana, ni la verdad, ni la belleza. El orden político siempre es un orden precario e imperfecto. En política, creer que se tiene la Verdad, “agarrada por la chiva” es fruto de una hubrys peligrosísima, de una soberbia descomunal e ignorante que conduce inevitablemente a una concepción totalitaria. En efecto, si se cree firmemente de  conocer la Verdad en la historia, sería insensato e ilógico darle derechos al error. Por tanto, en función del Bien Común del futuro, es necesario excluir a los que están “equivocados” de la posibilidad de hacer el mal. Si se está seguro de lograr la sociedad perfecta para la Humanidad del futuro, se debe aceptar el mal menor de sacrificar unos cuantos millones de “equivocados” en el presente. Camus decía: “Quienes todo lo saben no tardan en querer matarlo todo”, y Alain Touraine: “La era de las revoluciones ha llevado, por caminos sinuosos, al Terror, a la represión del pueblo en nombre del pueblo y a la ejecución de los revolucionarios en nombre de la revolución”. En Venezuela, “por ahora”, todavía a los revolucionarios disidentes solo los encarcelan o exilian.

Es interesante destacar la siguiente frase de la Exposición de Motivos para la reforma de la Constitución venezolana, presentada por el difunto Hugo Chávez y que la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente está tomando como base para la “nueva” Constitución: “La revolución bolivariana asume la consigna de reafirmar la existencia, la extensión y la esperanza de la solidaridad, como estrategia política para contribuir a la construcción del Reino de Dios en la Tierra”. Los caudillos que, en buena o en mala fe, afirman la posibilidad del paraíso en la tierra conducen a los pueblos al desastre.

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