LA ERA DEL FAUNO

Sobre diputados y “crímenes legalizados”

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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¿Qué hace si se entera de que en su barrio hay un supuesto violador, unos supuestos asesinos y varios supuestos ladrones que viven en un mismo cuarto, a pocas casas de la suya? Tal vez, no querría esperar a tener certezas de tales suposiciones. Mientras tanto, ¿qué hace si esas personas son las que deciden su destino y el de su familia? Encima, usted aporta dinero para que ellos tengan autos blindados que encaraman en las áreas verdes.

¿Qué hace si todo parece indicar, a plena luz del día, que forman parte de una banda criminal, que se comportan sospechosamente y son protegidos por gente armada? ¿Qué procede si esa gente, de por sí abusiva, violenta, tiene el poder de decidir cómo se organiza el vecindario, porque integran, digamos, la junta directiva del Comité de Vecinos? Usted no los eligió, pero otros lo hicieron por usted. ¿Qué hace, aparte de enfurecerse? ¿Se aguanta? ¿Le pide a Dios todas las noches que se larguen? ¿Se va del barrio, mojado, a otro barrio?

Literalmente, eso le sucede a este país. Guatemala es un condominio acorralado. Está bajo control de sospechosos y probados criminales. No solemos verlo en toda su dimensión porque nos tienen entretenidos con el tráfico, con los problemas diarios, con los chistes acerca del presidente.

Este país es manoseado por algo más de cien personas que tomaron el poder y lo hacen a su antojo desde un edifico llamado Palacio Legislativo. El Congreso de la República es un espacio tomado por personas que dictan leyes a su conveniencia y para sus patrones. Han tenido la astucia de conseguir que estas y otras quejas suenen a rutina, porque nos han acostumbrado a vivir con eso. Son una mayoría con carencias académicas, tránsfugas sin suficiente moral ni inteligencia como para representar a nadie, pero lo hacen y dirigen nuestros destinos.

A los otros dos poderes del Estado les conviene mantener allí instalada a esa banda de diputados, a los cuales se hace cada día más imposible dirigirse con eufemismos o corrección política. Son los rottweilers a la entrada de la finca. No crea que para servirle a usted, sino a los proveedores de agua, luz, teléfono; a los cobradores de sus necesidades y a sí mismos.

Lo más reciente fue que con 115 votos se aseguraron el cobro de “prestaciones legales”, aun cuando no son trabajadores del Estado sino “dignatarios” de la nación. En las fotografías puede verse, no sin repulsión, a los diputados desafiantes, quitándose la corbata como gesto de unidad gremial.

Aprobaron unidos ese bodrio para evitar la devolución del dinero que cobraron anómalamente en bono 14 y aguinaldo, según la Contraloría, que además señaló que al menos 82 diputados recibieron Q85 mil en dietas y sin asistir al pleno.

Los diputados no han querido aprobar leyes de beneficio público como las Reformas a la Constitución en el sector justicia, ni la Ley Electoral y de Partidos Políticos ni una Ley de Aguas. Rompen quorum, no asisten, mienten o cursan esa impunidad disfrazada de ley de aguas que sus patrones les ordenan. Ahora, se funden en ridículo y corrupción para defender sus intereses, bajo la tutela de su presidente Óscar Chinchilla.

Que hayan aprobado ese decreto es ilegal e inmoral. Veremos qué dice la CC, pues en el 2007 los legisladores pretendieron indemnizarse y dictaminó en contra.

En el fondo, no es solo por el dinero, sino que al permitírseles que hagan lo que les da la gana se fortalece su impunidad. O les exigimos la renuncia o sigamos corriendo camionetas, metidos en el tráfico, pidiéndole a Dios, esperando milagros de la CICIG y del MP.

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