ESCENARIO DE VIDA

Soy el Lago de Amatitlán, ¿tengo cura?

Soy el Lago de Amatitlán y algunos creen que estoy desahuciado. Otros siguen en la lucha para rescatarme como la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y del Lago de Amatitlán (Amsa) que piensa que es posible, pero con el involucramiento de todos. Mi cura debería  provenir de un sistema integral de tratamiento de los afluentes, principalmente el del río Villalobos, con una serie de plantas estratégicamente ubicadas en toda la cuenca, tanto para tratar aguas residuales domésticas como industriales. Pero si siguen enviándome aguas residuales desde los campos agrícolas, jamás sanaré.

Hoy cuento con 32 plantas de tratamiento, algunas municipales y otras privadas, pero muchas abandonadas por falta de presupuesto. Solo siete han podido ser rescatadas. Pareciera que a muchos no les importo. Por ejemplo, la planta del Frutal que me mejoraría si funcionara está abandonada, a pesar de que costó millones de quetzales. Algún alcalde autorizó la construcción de viviendas frente a mi planta y ahora los pobladores se oponen a que se ponga en funcionamiento, pues temen malos olores, que en realidad no vienen de allí, sino del río Villalobos. Sin embargo, han puesto amparos para que mi planta quede abandonada. Nunca debieron haber autorizado esas viviendas allí. No hubo estudio de impacto ambiental.

Si hubiesen más plantas con sistemas terciarios me ayudarían a sanar, pero la única con este sistema está en el área protegida La Cerra. Esta planta es óptima para mí, pues funciona a base de macrofitas, o fitodepuración y remueve los nutrientes. Mide casi 1 km. de extensión siendo una de las más grandes de Latinoamérica con sistema terciario. Sin embargo, en varios meses del año, no bombea las aguas del río Villalobos para su tratamiento por falta de fondos y solo funciona en un 7%.

Hay dueños de fábricas y textileros que sin consciencia me arrojan sus desechos. Arriba, en la montaña, algunos areneros extraen los minerales sin que nadie los obligue a reforestar para evitar derrumbes y asolvamiento hacia mí.

Pero no viene todo de mis vecinos, sino más bien, de la Ciudad de Guatemala; de las casas e industrias capitalinas con descargas directas y aguas negras por el río Michatoya. Al no haber peso en la legislación ambiental se aumenta mi pesadilla.

Amsa ha visitado 2,227 entes generadoras y solo el 34% de las industrias tiene un sistema de tratamiento de aguas. El 82% de mi contaminación viene de aguas residuales, nutrientes, jabones, heces fecales, y material orgánico. ¡Con mayor razón las municipalidades deben ponerme como prioridad!

Me he enterado de un profesional que tiene una hermosa propiedad por el lado del relleno a mis orillas, que con nostalgia recuerda como era yo hace unas décadas. Le escuché decir que anteriormente desfogaban en mí cuando mi nivel subía más de lo normal, abriendo la compuerta de abajo que da sobre el río Michatoya y que eso permitía que la fuerza de mi agua arrastrara el sedimento que, por lógica, se depositaba en el fondo del embalse. ¿Por qué ya no se hace así? Ahora se desfoga por la compuerta superior y eso quizás hace que el sedimento mal oliente, se acumule en el fondo.

Estoy en estado eutrófico, rumbo a un estado hipertrófico con tendencia a convertirme en un pantano, pues sacan de mis aguas un promedio de 48 mil metros cúbicos de basura y pierdo el equivalente de 1 hectárea de mi volumen al año.

Ya es hora que se hagan reglamentos y los cumplan, que los alcaldes de municipios aledaños usen el 10% de su presupuesto en mí. ¡Toda la ciudadanía debe hacer presión! ¿Y las demás Instituciones qué hacen? ¿Y los diputados? ¿Será que todavía me pueden salvar?

vidanicol@gmail.com

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