EDITORIAL

Tesoro milenario

La riqueza prehispánica de lo que hoy es Guatemala sigue sorprendiendo al mundo científico y a quienes aprecian el desentrañamiento de las culturas más sorprendentes del territorio americano, como lo revelan recientes y revolucionarios estudios de detección óptica aplicados para encontrar evidencias de la existencia de complejas urbes en el norte del país.

El más reciente estudio, elaborado por los arqueólogos Marcello Canuto y Franciso Estrada-Belli, permitió determinar, por medio de una evolucionada tecnología a base de rayos láser, que en las tierras bajas mayas pudo existir en algún momento de su historia una población de entre 10 o 15 millones de personas, un dato sorprendente y difícil de imaginar.

Una población de esas características necesariamente implica todo un complejo social y productivo para atender a semejante conglomerado y esto pasa por revisar incluso estudios especializados sobre agricultura, sistemas de producción y aún sobre las tradicionales polémicas acerca de una de las civilizaciones más antiguas del continente.

Muchos de los sitios poco estudiados hoy, o quizá considerados como menores, en realidad ahora resurgen como grandes centros de ese periodo histórico, como Naachtum, Uaxactún, El Perú-Waka o El Tintal, entre otros, los cuales con la moderna tecnología se revela que pasaron por grandes procesos en sus sistemas de vida.

El solo hecho de pensar en una población cercana a lo que hoy es Guatemala, en un terreno menor, pone en perspectiva la dinámica que pudo existir en las más de 60 mil estructuras que según los científicos convivieron en lo que hoy es Petén y sus alrededores, hace mas o menos 5 mil años, cuando en torno a los palacios reales crecían construcciones ceremoniales o para vivienda, cuyos estudios ahora revelan que solo Tikal habría sido un gigantesco centro ceremonial, mucho más grande de la monumentalidad que hoy se le conoce.

Quizá todavía deban transcurrir muchos años para que los estudios permitan conocer con mayor propiedad el funcionamiento de una de las civilizaciones más soprendentes de Occidente y mucho más como para que un país como el nuestro pueda valorar el enorme potencial histórico y económico que eso representa.

Esto porque aún con lo poco que se tiene abierto al público se afrontan problemas, algunos de ellos de infraestructura y desarrollo, porque la corrupción sigue siendo parte esencial en sus operaciones, en vez de separar el funcionamiento de muchos de esos centros del clientelismo político, el cual incide de manera negativa en un mejor desarrollo de esos importantes complejos arqueológicos.

Este nuevo aporte de los científicos indentificados con la riqueza histórica de Guatemala abre una nueva puerta a la arqueología, pero también para otros estudiosos de la historia prehispánica y refuerza la riqueza sobre una historia cargada todavía de incógnitas y de hallazgos sorprendentes que representan un enorme reto para autoridades vinculadas con la historial del país, del turismo y de seguridad interna.

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